Manfred Ugalde tiene cuerpo y cara de niño. Cursa noveno año de colegio y hasta hace poco era juntabolas del primer equipo del Saprissa.
Salió del banquillo de suplentes a falta de 12 minutos para el final del juego, cuando Vladimir Quesada se inclinó por él, en lugar de Julen Cordero. El técnico interpretó que, por las circunstancias del partido (Saprissa perdía 2 por 1), era mejor que ingresara Ugalde.
Cordero, hijo del asistente y exídolo morado Víctor Cordero, funciona mejor cuando Saprissa necesita proyectarse por los costados; Ugalde, en cambio, es un goleador.
El delantero de 16 años ingresó a la cancha y solo tocó un balón. Lo mandó a las redes.
“No puedo explicar lo que sentí, es una emoción. Es la primera vez que estaba en una convocatoria”, cuenta el joven de piel blanca y cabello rubio y corto, que participa regularmente con el alto rendimiento, pese a que tiene edad de Sub-17.
Este lunes por la mañana se integrará a la selección infantil, después de una tarde para siempre. Es probable que nunca olvide cuando le anotó a Déxter Lewis, un portero 21 años mayor. La promesa morada no había nacido cuando el portero debutó en Primera, con Limón.
Ayer era su primera convocatoria y en el camerino lo sabían. Michael Barrantes se le acercó y le pidió que si le tocaba ingresar “no corriera como loco en los primeros cinco minutos”.
El veterano volante cree que Ugalde “es distinto”. Lo notó desde el día en que lo vio jugar en el equipo de alto rendimiento; en el vestuario lo describen como humilde, ubicado y con ganas de aprender todos los días.
Fue de una instrucción puntual del cuerpo técnico que nació su primer gol en Primera.
LEA MÁS: Una promesa morada apacigua el concierto de silbidos
“Todos los profesores me han hablado de que los delanteros debemos estar al lado contrario a la bola y eso fue lo que hice”, explicó Ugalde, nacido en Barva de Heredia.
Al joven lo descubrieron en un campeonato colegial al que asistió el visor tibaseño, Carlos Santana. Él lo invitó a formar parte de la Sub-15 morada.
Nunca imaginó que su debut en Primera se diera tan rápido, y menos que anotaría un gol. Quizás, Vladimir Quesada sí esperaba que su respuesta fuera inmediata. Al entrar, lo abrazó, le dio algunas instrucciones rápidas y el artillero acabó por anotar.
Quesada lo conoce desde que formaba parte del staff de técnicos de liga menor de la S e insiste en que posee las condiciones para, en el mediano plazo, afianzarse en el club.
“Hay que ver qué pasa, seguir poniéndole”, concluyó el delantero.