Los papás del himno del Herediano: ninguno pudo con ellos

Hace 45 años, un periodista aficionaldo del Herediano convenció a dos amigos –un músico saprissista y un cantante liguista– de grabar una canción que exaltara los logros del Team. Lo que no se imaginaban era que el tema –titulado Ninguno pudo con él– sería, tiempo después, un himno insigne de la escuadra y un recordatorio de una amistad que no perecerá.

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A menudo, los himnos de instituciones deportivas son orquestados desde lo alto de la junta directiva, cheque en mano y con una lista de sugerencias. Pretenden ser las canciones que representan a un equipo y todo lo que este defiende en la cancha. Los aficionados las hacen propias en las barras, junto a todas las otras usuales canciones no oficiales. Procuran ser el ABC del sentimiento que derrochan tanto la escuadra como la afición.

Esta es la historia de un himno no planeado, que comenzó como un favor y se convirtió en un ejercicio de pasión para coronarse, sin quererlo, como la tonada más representativa de un equipo. Lo que una vez fue una canción escrita por un hincha es hoy el himno indiscutible de una institución, porque la afición y la historia así lo demandaron.

Ninguno pudo con él, esa canción que hoy todos anexamos irremediablemente al Club Sport Herediano, cumplió 45 años a mediados de junio, y los tres principales responsables de la canción no solo siguen en vida, sino que se mantienen como los tres grandes amigos que eran durante el verano de 1971, cuando el tema se gestó casi que de la noche a la mañana.

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Javier Rojas tenía que escribir una memoria del equipo. En cambio, escribió una canción icónica // Fotografía: Jorge Navarro.

El periodista y locutor Javier Rojas, el músico Otto Vargas y el cantante Ronald Alfaro unieron fuerzas por algo más profundo que el dinero y el reconomiento: el lazo que durante más de cinco décadas los mantiene a salvo en la compañía de sus amigos. Esta semana, los tres progenitores del himno moderno del Herediano conversaron con Revista Dominical para repasar la historia aquella que los llevó a crear el tema.

No más comenzando la entrevista, don Javier (uno de los protagonistas indiscutibles del periodismo deportivo en Costa Rica) no se cansaba de recordarles a Vargas y a Alfaro cuánto los quiere. “Te quiero mucho, Otto. Te quiero mucho, Ronald. ¡A todos!”, les decía, y ellos le devolvían el sentimiento, no sin aprovechar para bromear como solo las personas que se conocen casi que de toda la vida pueden bromear.

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—Ahora estaba hablando con mi querido amigo Otto, y eso es lo interesante: lo agradable de estos momentos es recordar cómo ha perdurado durante muchos años el cariño, el aprecio por las personas, y que sea recíproco –dijo Javier–. Ronald, ¿cuándo te he dicho a vos un no? Nunca. Otto: ¿cuándo me han dicho ustedes un no? Y yo estoy acostumbrado a mandar a la mierda a más de uno.

* * *

Está claro, por la conversación sostenida y por la historia misma, que Javier Rojas es el líder de esta manada. Es quien habla más del recuento de los hechos –pues fue quien acomodó las fichas para grabar la canción– y el que está constantemente recordando lo notables que son sus amigos, a quienes “todo mundo quiere”.

Llegaron al consenso de que el trío tiene al menos 50 años de conocerse, aunque probablemente es un poco más. Javier es el menor, Otto está en el centro y Ronald es el mayor. Se conocieron por la música: Vargas, un saxofonista, tuvo su orquesta, reconocida y querida a lo largo del país; Alfaro es un versátil cantante que no pocas veces se echó el corazón de los ticos al bolsillo; y Rojas se llama “músico frustrado” pero todos recuerdan lo mucho que le gustaba bailar entonces.

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Minutos le tomó al maestro Otto Vargas dar con la melodía y la composición de la canción. // Fotografía: Jorge Navarro.

En 1971, cuando jóvenes, gozaban de los primeros frutos de sus longevas carreras. Todo el país sabía que Javier Rojas, el locutor y periodista de Radio Columbia, era el más herediano de todos los heredianos. No solo se sabia la historia del equipo a pie, sino que lo defendía en el marco de una prensa deportiva que siempre favorecía a Saprissa y a Alajuelense.

Por eso, don Félix Borbón –directivo del Herediano y funcionario de la Contraloría General de la República– le pidió a Rojas, a comienzos de 1971, que escribiera un comentario de cara al 50 aniversario del equipo, el cual había debutado el domingo 12 de junio de 1921. “Me estás pidiendo algo imposible”, le respondió el periodista. “Yo sé hablar, no escribir”.

Las semanas pasaron y, faltando un mes para la celebración de los 50 años, Borbón le recordó el favor. Javier Rojas prometió respuestas al cabo de dos días. Manejó a su casa, en Sarchí, donde esa noche le pidió a su esposa Janeth cambiar un poco la rutina: “Haceme un favor. No me sirvás comida. Haceme unas boquitas y traeme unos vasos de whisky”, le dijo.

En el vaivén de los tragos y las bocas, a Rojas se le vino un recuerdo a la cabeza: el Herediano era el equipo tico de las lides internacionales. Muchos recordaban que los florenses le habían sacado pecho a grandes nombres del fútbol extranjero: “el Independiente de Rivadavia, Boca Juniors, el combinado argentino, el Sevilla, el Rapid de Viena, el Peñarol, los Sport Boys”, recuerda Rojas.

“Yo no soy del Madrid ni del Barcelona; yo soy del Sevilla. Pero no sé por qué se me ocurrió abrir diciendo: ‘España mandó al Sevilla, Brasil al Vasco da Gama’”, se pregunta. Ahí, la letra empezó a fluir. Rojas alega que no sabe escribir, pero tres horas después había escrito una canción y estaba listo para presentarle la letra a su amigo, el maestro Otto Vargas.

Se durmió en la madrugada y despertó temprano en la mañana con la ruta en mente para viajar de Sarchí a Alajuelita, donde Otto tenía su casa y a la par una oficina. “Voy donde don Otto Vargas porque de música yo no sé nada”, le dijo Rojas a su esposa. “Entonces me fui tarareando todo el camino”.

Pasaron pocos minutos para que don Otto se levantase, abriera el piano y comenzara a teclear. “Fueron minutos y empecé a sentirlo de verdad. Le dije: ‘Ay, ay, ay, ¡qué bonito!’, y rápidamente el maestro, porque es un maestro, sacó la música”, recuerda Rojas. La composición estaba lista; solo faltaba que Otto hiciera los arreglos para la orquesta, conseguir un cantante y grabarla.

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Ronald Vargas se apuntó a la cantada y todavía entona el tema cuando tiene a algún herediano cerca. // Fotografía: Jorge Navarro.

Como se puede deducir por lo anteriormente mencionado, Javier no tuvo que rogarle mucho a Ronald para que cantara la letra de la canción. Ni Ronald ni Otto eran heredianos, pero eran amigos de Javier. Otto dice ser un “saprissista pasivo” y Ronald un “liguista pasivo”, y ambos alegan que se involucraron en el proyecto solo por cariño al periodista. “Si hubiera llegado otro a pedirme, quizá le digo: ‘Mirá, es que...’”, comenta Otto. “Igual yo”, agrega Ronald.

“Ni Otto ni Ronald ni la orquesta ni la Banda de Heredia me cobraron nada. Nada. Lo único que les di fueron sandwiches y el bus. Ni yo le cobré nada al Herediano”, manifiesta Rojas, quien pasó de que le pidieran un comentario a producir un acetato con Ninguno pudo con él, una nueva versión de la Marcha Heredia (himno de entonces) y una narración de los partidos internacionales más relevantes del Team.

Grabaron, durante una tarde, en el estudio de la disquera Indica, a la Orquesta de Otto Vargas junto a Ronald Alfaro tocando Ninguno pudo con él, y a la Banda de Heredia tocando la Marcha Heredia, puesto que la grabación que existía ya estaba muy oxidada y sonaba a los diablos. Lo demás se grabó en el estudio de Columbia.

El 12 de junio de 1971 hubo partido en el Estadio Rosabal Cordero, para celebrar los 50 años del equipo. Luego hubo una fiesta. Ese día ya estaban en manos de la administración del equipo más de 400 vinilos de los que don Javier produjo y le regaló a la escuadra de su corazón. Sin embargo, Ninguno pudo con él todavía no se ganaba la atención y el cariño de los aficionados.

“Esto reventó hasta mucho tiempo después. Fue una sorpresa para nosotros que esto se convirtiera en un himno. Yo creo que pasaron más de 10, 15 años para que se hiciera famosa. La Marcha Heredia es muy linda pero pasó a un segundo plano con el tiempo”, alega Rojas.

Para Otto es innegable el impacto que tuvo la canción en la afición herediana. Recuerda que hace poco en Columbia hicieron un programa sobre los himnos de los equipos costarricenses y hubo consenso en que Ninguno pudo con él es uno de los mejores. También recuerda que hace unos años, cuando Heredia campeonizó después de mucho tiempo sin títulos, hubo una misa y los invitaron. Para sorpresa de ellos, todos los presentes –en cuenta el sacerdote– bailaron y cantaron el tema en la iglesia.

“Yo nunca la canté en vivo; creo que no”, dice Ronald. “Hay veces que me pongo a cantarla cuando hay heredianos cerca (empieza a cantarla durante la entrevista, pegando cada nota como si fuera 1971) y la gente siempre me pregunta, sorprendida: ‘¡¿Usted es el que canta eso?!’”.

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Una de las pocas copias que existen del vinilo que produjo Javier Rojas para los 50 años del Herediano. // Fotografía: Jorge Navarro.

No inscribieron la canción y nunca han recibido un cinco por derechos de difusión. No tienen la intención de que así sea. Parece que se sienten muy satisfechos de haber logrado dejar huella en una afición sin que mediara algo más que cariño, respeto y el ímpetu de hacer algo por una institución en la que creían.

Si don Javier pudiera actualizar la letra, le quitaría la parte en la que dice “16 años campeón”, porque ahora claramente es un error (el Team cuenta con 25 campeonatos). “No hay que dar fechas”, se arrepiente. La grabaría de nuevo pero solo si Otto vuelve a armar su orquesta.

—¡Y yo la puedo cantar!, grita Ronald, emocionado.

* * *

Ronald reconoce en Ninguno pudo con él una canción que “une a tres amigos inseparables”. Tres amigos que le iban a diferentes equipos. Tres amigos que cuentan este himno como una de esas tantas cosas que no hubieran logrado sin la ayuda del círculo afectivo que conforman.

—¿Cómo lograron ser amigos tan cercanos durante más de 50 años?, –pregunto–.

—Por la amistad tan solidaria y el respeto tan profundo que hemos sentido los tres por los tres –responde inmediatamente don Javier–.

—Es una canción que vino a unirnos todavía más –agrega Ronald–.

—Yo un día de estos voy a soltar la bola en mi programa: “A raíz de esta entrevista me prometieron Ronald Alfaro y Otto Vargas que a partir de este momento son heredianos” –bromea Javier–.

—“Puña, Javier es malo, ¿ah? –se ríe Otto–.

—La gente lo va a tomar como una broma con cariño –advierte Javier–.

Ese no es el único plan a futuro de Javier. Si bien ya escribió canciones para Alajuelense y Saprissa (aunque la de la S la considera un plagio porque copió la melodía de una canción de Los Bocheros), ahora cree que tienen que escribirle una canción al Club Sport Cartaginés.

—Nada de titularla Cartaguito campeón. Cartago campeón –dice en su usual tono mandatorio Javier–.

No importan los colores de la camiseta cuando el propósito es dejarle cálidas memorias y emociones a la hinchada. Porque las canciones, cuando son buenas, se quedan en la cabeza, y difícilmente habrá alguien enterado de fútbol en Costa Rica (izando la bandera que sea) que no sea capaz de seguirle la melodía a Ronald cuando canta: “¡Ninguno pudo con él ninguno pudo con él!”.

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Este artículo fue editado para corregir un error de redacción.