La Liga Deportiva Alajuelense perdió su batalla de Concachampions en la cancha y fuera de ella.
De paso, nos recordó a todos que nuestro fútbol camina de rodillas desde hace rato, arrastrando males que igual se gestan en el césped o en la mesa de los dirigentes.
El excesivo respeto por el rival, por el costo millonario de sus figuras, provocó una puesta en escena timorata en el primer tiempo del Morera Soto.
En la lectura previa del choque no se reparó en el largo periodo de inactividad del Atlanta o en que ese sería el debut oficial de Heinze. La Liga, intratable en el torneo local y con el trabajo acumulado de Carevic durante 4 torneos, debió salir a imponer condiciones. Perdió 45 minutos verificando la etiqueta disque monstruosa de los argentinos del rival.
En el segundo tiempo, con el regalo arbitral al adversario, la Liga fue lo que todos esperaban, pero murió en el intento, sacudido por esa pandemia del fútbol local de no ser contundente, de no saber cómo traducir el dominio en gol.
El partido de los cachorros en Atlanta fue una anécdota apenas, y un bálsamo para el DT y sus muchachos. Pero hizo más dolorosos los errores. Sobre todo, los de la dirigencia.
La realidad en la cancha reflejó que el Atlanta era un rival accesible, que pasó de ronda no por superioridad sino por esa mezcla letal de gazapos de su rival.
Mirarse mucho al espejo puede distorsionar la realidad, y eso le ha pasado a la Liga. Levitando en la punta de la clasificación casera, pregonando la milagrosa recuperación económica y luciendo el proyecto de un fantástico estadio, descuidó el objetivo de la temporada.
Los manudos hicieron una inversión millonaria en la planilla para pelear la CONCACAF. Pero no invirtió tiempo y diligencia para visualizar lo elemental de la visita a Estados Unidos en tiempo de pandemia. Lució mal la dirigencia tratando de explicar y justificar lo inexplicable y, como nunca, la descalificación del equipo lleva esta vez una cuota alta de los hombres de pantalón largo.
Ahora no habrá documental, porque como dice uno de los tantos clichés del futbol: Las derrotas son huérfanas y las victorias tienen muchos padres.