Infelizmente aún nos topamos con comentarios como que a las mujeres no nos gusta el fútbol, o que no sabemos nada de fútbol.
Por más increíble que parezca todavía se ven apreciaciones así de absurdas y salieron a relucir en redes sociales desde que ‘La Nación’ anunció en exclusiva que Vicky Ross marcaba un hito en la historia del balompié costarricense como la primera mujer al frente de la Unión Nacional de Clubes de Fútbol (Unafut).
Como mujer me alegra que ella tenga esa responsabilidad, pero es que su designación va más allá del género. Y, sin duda, eso es lo mejor de todo.
Estoy convencida de que los representantes de los doce clubes no votaron de manera unánime por ella por el hecho de ser mujer. Esa no fue la razón por la que resultó electa en lugar de alguno de los otros candidatos, hombres, que estaban en la terna final.
Su perfil fue el que más se ajustaba de acuerdo a las características que se querían para comenzar con la reestructuración de la Unafut.
Me parece inaudito que el fanatismo lleve a algunos aficionados a emitir comentarios sin sentido y que en lugar de revisar los atestados de Ross para concluir si está capacitada o no para el cargo en el que fue nombrada, buscaran y rebuscaran en sus redes sociales para ver si es seguidora de algún equipo.
¿Qué ganan con eso? Lo único que muestra es desconocimiento total de cómo opera la Unafut. Porque es falso que ella vaya a tener algo que ver con los nombramientos arbitrales, pues eso es competencia de la Comisión de Arbitraje.
Tampoco tiene injerencia con las sanciones después de cada jornada, porque el Tribunal Disciplinario pertenece a la Federación Costarricense de Fútbol.
Y el formato del campeonato es una decisión que corresponde a los asambleístas. Es decir, los representantes de los clubes.
En lugar de hacer un drama y lanzar conjeturas de si ella buscará perjudicar o beneficiar a un equipo, se podría invertir el tiempo en revisar su currículo y percatarse de que es una mujer preparada y calificada para el puesto.
Si quedan dudas, ella misma manifestó que desde el momento en que aceptó la presidencia de la Unafut “no hay colores, sino un objetivo y visión compartida: ayudar al crecimiento del fútbol y su desarrollo como un poderoso agente de transformación social, económica y deportiva”.
Por cierto... A las mujeres sí nos gusta el fútbol. Si usted piensa lo contrario, vaya al estadio y haga el ejercicio de contar cuántas estamos en las graderías.