Técnico por un partido, el Pato López duró más conciliando el sueño que en su primer y único juego al mando de la Liga.
Ganó tres puntos, tal vez una mención entre los récords Guinness por tan fugaz paso y la confirmación del cariño que le guarda la afición manuda.
La victoria es lo de menos. Ya importa poco el debate de los penales que le cayeron del cielo, uno que no debió ser –y le permitió el empate– y otro que solo Dios sabe –y le ofrendó el triunfo–.
Su mérito no es el triunfo, sino la valentía, tan escasa en el club alajuelense en algunos pasajes cercanos.
Cualquier debutante timonel, con solo un partido por delante para no quedar mal, deseoso de decir “yo puedo”, habría apostado a la segura, a los jugadores de mayor experiencia, los que saben y deben sacar su maña en los momentos difíciles. Si le fallan, en todo caso, nadie cuestiona a un técnico recién llegado, casi sin entrenamientos ni jugadores en buen momento.
El Pato, en cambio, apostó por el riesgo. No parecía la ocasión propicia para hacer debutar a tres muchachos. El debut fácil suele darse en casa, con el marcador a favor y el equipo bien ubicado en la tabla. El debut fácil se propicia cuando es uno de muchos juegos y no el único como director técnico.
Esa valentía no la vi en la Liga en el despido de Javier Delgado ni en la forma como se dio. Tampoco la encuentro en la novela McDonald, con palmada en la espada primero, declaratoria de transferencia después, y final en paños tibios, por una precipitada decisión al calor del campeonato perdido. Me cuesta ver valentía en el anuncio de “mutuo acuerdo” con Johnny Acosta, cuando según el jugador, se trató de un despido (sigo esperando que un dirigente manudo desmienta lo afirmado por el hoy defensor de Herediano).
Valentía, en cambio, es hacer debutar al sobrino en un mal momento, como lo hizo el Pato. Si el muchacho fallaba, como puede pasarle a cualquier ansioso novato, le habría costado quitarse de encima la setencia pública: “argolla”.
Quizás la Liga ganó más que tres puntos, como le pasó a Honduras en el último juego eliminatorio, con la inclusión de cinco jóvenes de la olímpica. Quizá, como Pinto, el Pato tampoco es pendejo.