La esperanza se instaló en el Rosabal Cordero

Ello lo denotó ayer el matrimonio de Isabel Hernández y Carlos Murillo, dos florenses que llegaron al Rosabal Cordero a ver el primer partido de la semifinal.

Aunque viven a solo 500 metros del estadio, Hernández tenía cinco años de no observar un juego, mientras que Murillo no iba en todo el Torneo de Verano.

“Vine porque la esperanza es lo último que se pierde, pero quisiera ver cambios en Heredia”, manifestó Murillo antes de ir a buscar un campo en la gradería.

El sentimiento de este matrimonio es algo que se palpó dentro del reducto rojiamarillo, que al inicio del partido ante Alajuelense no estaba del todo lleno.

Con casi dos décadas de no ver un título en la ciudad de las flores va diluyendo la fe. Pero Heredia espera que por fin sea este año.