La cobarde valentía de McDonald, la poca pena de Unafut y la impotencia de Juan Carlos Rojas

¿Qué tiene que ver el penal que no lanzó McDonald en Copa Oro y las recientes intervenciones de Unafut sobre la cantidad de extranjeros en el fútbol nacional?

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Dicen que fue cobarde. Lo fue, en un instante, a 45 metros de distancia del punto de penal, como lo hemos sido todos en algún momento de la vida. Pienso que fue valiente. Lo fue, en dos instantes, honesto consigo mismo en la cancha, reconociéndose superado por la inseguridad, y recientemente honesto con todo el mundo, con la franqueza de quien no teme reconocer su debilidad, incapaz de lanzar el sexto penal contra México en Copa Oro.

Debió lanzarlo, pero entre la crítica y el crédito opto hoy por reconocerle la valentía de presentarse públicamente frágil, lejos del superhéroe, en lugar de argumentar a muerte que a él no le tocaba el cobro. Quizás es justo ver algún mérito en ese jugador que parecía coleccionar errores, culpable muchas veces del “tras cuernos, palos” en su contra del que otras veces he sido parte. Quizás es el McDonald capaz de acomodarse sin berrinche ni muecas en la banca rojinegra (como en la primera jornada del torneo), sabiendo que la titularidad llegaría en cualquier momento, como ha sucedido más temprano que tarde (en la segunda fecha).

No se trata solo de McDonald. Admitir las propias debilidades cuesta. Cuesta a solas con uno y aún más ante los demás. Se trata de él, de usted, de mí, un poco de la vida de todos. Y de la Unafut también, si hablamos de la inagotable polémica sobre la cantidad de jugadores extranjeros permitidos por partido.

En lugar de admitir el error en la redacción del reglamento, sus representantes, sin el más mínimo sonrojo salieron a ayudarnos a todos con la “interpretación”. ¿Cuál interpretación? Si la norma dice que “los clubes podrán mantener en el banquillo un jugador extranjero de categoría inferior”, no hay forma de malinterpretar. Habría que esforzarse para hacerlo. Ahora bien, si la idea era, como todos sabíamos, delimitar el máximo de foráneos a cinco por juego, siempre y cuando uno sea menor de 21 años y no hayan más de cuatro jugando simultáneamente, el artículo está mal redactado.

En el lugar de McDonald la Unafut posiblemente habría dicho que le tocaba el penal 14. ¿Tanto cuesta admitir un error, reconocerlo y corregirlo? En su lugar, simplemente nos dijeron que debíamos leer en esa norma lo que no dice el texto.

Razón tiene el presidente saprissista, Juan Carlos Rojas, si se sintió atado, impotente o molesto. Si los dirigentes pueden aplicar justicia sin seguir la norma al pie de la letra, el fútbol puede quedar en manos de interpretaciones o, peor aún, de intereses e intenciones.

Hoy saldrá uno perjudicado; mañana el otro, como bien sabe Alajuelense, por lo sucedido en el pasado torneo. El cuadro manudo pagó caro por una invasión de aficionados en la zona mixta, porque un comité se empecinó en considerarla “zona adyacente a la cancha”, pese a que el reglamento no era específico al respecto. Da fe de ello, el texto incluido para el presente torneo sobre lo que se considera zona adyacente al terreno.

Está claro: eso de admitir flaquezas públicamente es solo de valientes.