Diego Bosque G.
“No entiendo cómo la Federación Costarricense de Fútbol permite que un equipo esté así”, repite una y otra vez el veterano delantero limonense Kendall Wilson, mientras se toma la cabeza como buscando ideas.
La crisis económica del club caribeño ha empujado a los jugadores a buscar otras actividades para llevar dinero a sus familias.
Wilson, de 36 años de edad y padre de dos hijos, hizo una pausa para atender las consultas de La Nación antes de salir a repartir pan junto a su novia. El ariete debe salir del entrenamiento unos minutos antes, pues, el deber lo llama.
“Aquí hay jugadores que ni duermen de pensar en que tienen que pagar el alquiler de la casa, la comida de los hijos y deudas”, concluyó Wilson.
Otro de los que debe salir rápido de cada práctica para ir a trabajar es el volante Alexander Espinoza.
“Todos sabemos cuál es el problema y sabemos que solo como familia podemos salir adelante (...) uno se esfuerza por su familia que es lo más importante”, detalló.
En ocasiones, el mediocampista debe trabajar de 8 a.m a 4 p.m y al salir debe correr para llegar a entrenar a las 6 p.m.
Espinoza, quien trabaja en el muelle de Limón, es casado y padre de dos hijos.