Los cuatro juegos de Óscar Ramírez en la Selección han sido muy parecidos, ya que el equipo recuperó la seguridad en la zona defensiva que había perdido con Paulo Wanchope, pero aún falta apuntalar el ataque para encontrar el equilibrio.
Ante Estados Unidos, Costa Rica presionó muy bien, principalmente en su zona media y con los hombres del frente, lo que permitió generar muy buenas transiciones que derivaron en contraataques peligrosos, aunque se necesita un jugador de área que corone las opciones que se crean.
Óscar apeló a un sistema que le dio éxito a Jorge Luis Pinto en el Mundial de Brasil, el 1-5-4-1. Un planteamiento idóneo para cuando se juega como visitante y que le sienta bien a la Nacional, ya que se arma un bloque muy sólido, la zaga se fortalece y se limitan los espacios, sumado a que se ve potenciada la velocidad que tienen los atacantes de la Tricolor .
Sin embargo, el partido deja dos deudas. La primera es la necesidad de mejorar el juego entre las líneas del oponente con más dinámica, movimientos de los atacantes y más sociedades para evitar lanzar, porque la Nacional no está diseñada para pelear por las alturas. La segunda es corregir la definición, porque en la eliminatoria no se puede perdonar tanto, y aunque es difícil que se concreten todas, hay que capitalizar al menos la mitad.
Además, el reto de Óscar ahora es encontrar el planteamiento idóneo para jugar como local, ya que se topará con defensas en zona y reforzadas, que limitarán los espacios y ante esto no se puede recurrir solo a lanzar centros.
Para ello será clave que Joel Campbell, Marco Ureña y Johan Venegas se asocien mejor, se junten más y sepan en qué momento combinarse o, de lo contrario, se verán muy aislados, como ante Estados Unidos.