Jicaral, el caserío ubicado a 227 kilómetros de San José (sin pasar por el ferry), se preparó con sus mejores galas para recibir la final de la Liga de Ascenso, bastaba con recorrer los cerca de 700 metros que conforman la zona comercial del pueblo para detectar que algo importante ocurría: banderas blanquiazules por todas partes, rostros emocionados y una mezcla de alegría y nerviosismo.
El sábado no era un día cualquiera, por segundo año consecutivo el club del barrio se jugaba el ascenso a la máxima categoría, y si se lograba sería todo un acontecimiento histórico, imposible de perderse para sus pobladores. Los principales comercios entendieron esto y cerraron sus puertas durante los 90 minutos y los tiempos extra.
La zona se paralizó, la algarabía era total desde tempranas horas de la mañana y si se toma en cuenta que en el último censo del 2011 se determinó que el territorio jicaraleño (pertenece al distrito de Lepanto y este a Puntarenas centro) contaba con alrededor de 2.000 personas, se podría decir que la mayoría estaba en el estadio de la Asociación Cívica Jicaraleña (capacidad de 2.500) para apoyar a su equipo frente a San Carlos.
Quienes lograron conseguir entradas se hicieron presentes a apoyar a primera hora, porque el rival también llegó en buen número. Los que no, recurrieron a subirse a algún árbol o trasladarse a un restaurante de la zona que puso tarima, música y transmitió el partido en sus pantallas.
Todo empezó como lo habían soñado los locales, se pusieron arriba en el marcador y acariciaban el cetro. No obstante, la historia tuvo un revés trágico para ellos, los norteños igualaron y en el alargue Juan Vicente Solís clavó la daga para acabar con la ilusión y trasformar todo en llanto para los seguidores de Jicaral.
Lo que era una fiesta se transformó en un ambiente frío y desolador, no precisamente por el aguacero que acompañó la final, si no por la bofetada que recibieron. Eso sí, en este territorio porteño sobra educación y por más que el golpe fue duro, nadie recurrió a la violencia ni a los insultos.
En medio de la calma los locales observaron al oponente celebrar su ascenso, quienes se quedaron en el estadio simplemente buscaron consuelo, aunque una gran mayoría optó por ir a llorar sus penas. El sueño no se cumplió por segundo año y para Jicaral tocará seguir esperando.
Egresado de la Universidad Federada. Entre sus coberturas destacan los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, compromisos eliminatorios de la Sele, así como Juegos Panamericanos y Centroamericanos y del Caribe.
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