Intento entender la incoherencia de Mariano Torres
Las palabras de Mariano Torres se entienden si son al calor de la derrota. Si no, convendría que el volante recuerde lo dicho por su presidente, Juan Carlos Rojas, hace solo unos meses.
Juan Carlos Rojas no entendía hace unos meses por qué tanto cuestionamiento al sistema de campeonato. Le sonaba a desmérito al Saprissa, el equipo capaz de transformarse, encarnar el “no se repartan nada”, creerlo casi como un acto de fe más que de raciocinio, y pasar del cuarto lugar a arrebatarle el trofeo a cualquiera. Con esa capacidad de inspiración que ningún otro tiene en el campeonato nacional, el cuadro morado se había proclamado justo campeón ante una Liga Deportiva Alajuelense incapaz de confirmar la supremacía mostrada en la fase regular (16 puntos de ventaja sobre el segundo lugar; 20 sobre el tercero y 21 sobre el cuarto).
Hoy soy yo el que no entiende la queja de Mariano Torres, por el título de un Herediano con dos partidos menos que el cuadro morado. Entonces, ¿a Mariano Torres no le parecía mal -o no lo dijo- haber festejado con finalmente 18 puntos menos que Alajuelense, pero sí le incomoda que el Herediano solo necesitara de 26 partidos para proclamarse monarca, contra 28 disputados por su equipo?
Más allá del sinsabor lógico del título recién perdido y la frustración de no haber jugado los partidos finales por culpa de una lesión, no encuentro mayor sentido a la queja del volante. Por supuesto que en el campeonato perfecto todos los equipos jugarían la misma cantidad de partidos, sería campeón el de más puntos acumulados, la emoción se mantendría hasta la última jornada y los ingresos de los clubes nunca tendrían altibajos. La mala noticia, Mariano, es que ese campeonato no existe. No en Costa Rica (y no sé si en alguna parte del mundo).
No estamos en España, donde los seis primeros puestos se pelean hasta el final por los boletos a la Champions y la Europa League. Tampoco hay tres equipos en zona de descenso luchando por alcanzar a los que apenas unos puntos por delante sienten pisadas de animal grande.
Un torneo a la española, al que suma más puntos, con la posibilidad de un campeón prematuro cerraría muchas veces con una seguidilla de jornadas sin mayor sentido, poco emocionantes. Lo demás sería una cadena de graves consecuencias: a falta de emociones, falta de televidentes. A falta de televidentes, falta de publicidad en los estadios, en las camisetas de los jugadores, en las espaldas de los árbitros, en los cortes comerciales. A falta de cortes comerciales, menos ingresos para las televisoras. A falta de dinero para las televisoras, todos los equipos jodidos.
Alajuelense salió de deudas en gran parte con la extensión del contrato de televisión. Saprissa tampoco podría prescindir de esos millones. Las taquillas ya eran de poco fiar y en tiempos de pandemia no cuentan. La venta de jugadores, además de esporádica resulta incierta. Y vivir de la venta de camisetas, una utopía.
Se entiende, ¿verdad? ¿Es un campeonato que a veces no premia al mejor? Sí y lamento cada vez que sucede. ¿Veo una forma muy distinta, justa y rentable de jugarlo? No. ¿Por culpa de la televisión? No. Pese a ella.
Lo menos que puede hacerse es compensarle de alguna forma al líder de la primera fase la injusticia de ponerlo a definir el título en unos cuantos partidos, como si fuese lo mismo liderar 22 fechas que dominar las últimas cuatro o seis. La “ventaja deportiva” que en torneos atrás desempataba las muertes súbitas en favor del mejor clasificado o, en este caso, la llamada “Gran final” son al menos paliativos.
De vuelta a la palabras de Mariano Torres, tres cosas: Uno: tiene razón, el formato de torneo no es el mejor. Dos: si incomoda ese sistema, habría sido justo decirlo hace unos meses en la victoria como ahora en la derrota. Tres: esta vez, no me cabe duda, ganó el mejor.
Pese a haber jugado dos partidos menos que Saprissa, el Team aventajó al cuadro morado en puntos (48 vs. 41) y en victorias (17 vs. 11), por citar solo dos rubros. ¡Y con dos partidos menos! En eso tiene razón Mariano Torres. Herediano es justo campeón.
Se graduó en la UCR, debutó en la revista Triunfo, hizo carrera en Al Día y hoy, con 30 años de periodismo, vive el partido de pie, al lado de la línea, como estratega de la sección deportiva de La Nación. A veces desearía entrar al campo como en los tiempos del Mundial Corea-Japón 2002 o los Olímpicos Londres 2012, pero lo suyo es hoy el banquillo
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