Como el tigre que corre voraz tras su presa y no la suelta hasta liquidarla, así se comportó Herediano en la final.
Los rojiamarillos hicieron suya la doble pelea con Saprissa por el título y se vistieron de campeones nacionales.
El Team no tuvo la mínima compasión de la S, notablemente inferior en la serie, y se acreditó la estrella 26.
El 5-0 con el que los florenses resolvieron el duelo dejó en evidencia la mejor forma del equipo de Hernán Medford.
Aunque los goles de Jairo Arrieta (67’) y Víctor Núñez (87’) son los apuntes visibles de la gesta, el peso del éxito recayó sobre el colectivo florense.
Herediano no dejó que el Ricardo Saprissa se convirtiera en un monstruo de mil cabezas sino que sacudió los cimientos del recinto con una actuación casi impecable, apuntalada con argumentos ofensivos que, de no ser por Dany Carvajal, hubieran convertido el último pulso del torneo en un monólogo escrito con tinta roja y amarilla.
Salvo el despiste defensivo que significó dejar a a Anllel Porras solo frente a Leonel Moreira, al comienzo del duelo, los dirigidos por Medford jugaron a sus anchas ante los ojos ilusionados de una afición local que creyó en una tarde épica.
No hubo el mínimo espacio para el debate, porque los florenses demostraron tener una planilla muy superior a la saprissista, al que se le notaron más que nunca los costurones.
Saprissa nunca tuvo un hombre del corte de Rándall Azofeifa en la cintura ni un definidor enrachado como Jairo Arrieta, impecable ayer en el segundo tanto de zurda.
Tampoco contó con una línea defensiva cargada de gendarmes como Pablo Salazar, Leo González y Johnny Acosta.
La final pilló a Carlos Watson mermado por bajas y tratando de acomodar un rompecabezas donde nunca brillaron como antes Marvin Angulo y Ulises Segura, mucho menos Porras y Ronchetti, que cerró el torneo de la peor forma: sin gol y con una entrada ‘asesina’ sobre González que ensució el cierre del partido. El resultado de tanta irregularidad morada -solo Colindres se salió del saco- quedó a la vista.
Faltaba la cueva. El extenso historial del hoy campeón tenía en blanco la hoja de celebraciones en San Juan de Tibás. Un detalle del que los heredianos pueden alardear a partir de ahora.
Copa en mano, el Team se paseó por el campo saprissista y certificó que coleccionar títulos es un hábito innato d el club.
Desde que rompió la sequía de coronaciones en mayo de 2012, los florenses no han pasado un solo año sin tomarse la foto de rigor en la tarima.
Los últimos cinco veranos han deparado trofeos para las vitrinas de una entidad que año a año retoca su planilla con tal de asestar golpes como el de ayer en la Cueva.
El Tigre sigue sumando rayas a su piel, ya lleva 26.