Iñaki Alonso quiere poner “a prueba” a todos sus jugadores. La mejor forma de hacerlo es verlos en competencia, por eso varió algunos nombres entre su primer y segundo once y lo seguirá haciendo, al menos para cerrar la fase regular ante Guanacasteca.
No está descubriendo el agua tibia; ya hemos escuchado hasta el cansancio: no es lo mismo entrenar que competir. Unos compiten mejor incluso sin entrenar tan bien como todo técnico quisiera. A fin de cuentas lo importante es el día del partido, pensarán unos, aunque llegar hasta ese momento siempre requerirá la mejor preparación, añadiríamos otros.
Para el español, en este momento es esencial conocer su material y luego valorar, entonces necesita verlos en acción. A esos que llevan el alma competitiva adentro los llama “animales competitivos” y normalmente suelen rendir en el terreno de juego, de acuerdo a las palabras del estratega.
Tomando prestado el término del técnico, yo le agregaría que son futbolistas a los cuales les es “difícil” ocultar su hambre. Y no es que los otros no cumplan, solo que ese deseo competitivo no los transforma.
Desde mi posición tampoco me atrevería a decir si entrenan bien o no “tan bien”. Esa valoración se la dejamos al entrenador morado, pero sí me parece muy evidente cuáles son los “animales competitivos” en Saprissa.
Tampoco se trata de analizar lo que sucedió en dos partidos al mando de Iñaki Alonso, que si bien dan una luz para elegirlos, desde mi punto de vista solo confirman la influencia de algunos jugadores en el Saprissa de los últimos tiempos. Si estos futbolistas sacan su ‘animal competitivo’, el equipo tibaseño se ve mejor.
Con Christian Bolaños motivado, la alegría en la ofensiva incluso hace olvidar que no hay un ‘matador’ en la posición de centrodelantero. Ni siquiera necesita anotar para hacerse sentir; los movimientos y asistencias tienen mucho peso, así como cuando hace piques de 25 metros para cumplir con las exigencias de Iñaki y recordar que los 37 años solo existen para hacer más evidente su influencia.
En los dos últimos partidos robó los balones que quiso, pero si se trata de resaltar al jugador a partir de su aporte defensivo, ese sería Ricardo Blanco. Un animal competitivo que no solo disfruta el placer de la ofensiva, sino de cada oportunidad para impedir el paso del rival, correr sin límite, barrarse cuantas veces sean necesarias y enmendar sus propios errores.
Los animales competitivos no necesariamente deben ser titulares, sino que lo diga Michael Barrantes, quien últimamente pasó al banquillo y cuando ingresa acostumbra marcar diferencia. No es casualidad que sea uno de los consentidos de la afición, que no solo valora goles o asistencias, también pundonor.
Esa misma afición también pone entre sus favoritos la constancia del argentino Mariano Torres. Su nombre no es el mejor ejemplo en la corta estancia de Iñaki, pues apenas ha jugado 45 minutos, pero el volante es, sin duda, la cara del jugador competitivo que todo equipo desea. Y si a eso se le agrega el talento, es el ‘animal competitivo’ que necesita este Saprissa para lo que resta del año.
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Michael Barrantes ingresó ante San Carlos para aportar a la ofensiva morada. (Jose Cordero)