El sueño liguista se vuelve humo
No sé qué puede resentir más el aficionado alajuelense: Si las malas decisiones de sus dirigentes o las cortinas de humo que tienden cuando las toman. A lo mejor, una cuota de trasparencia les ayudaría a digerir esos tragos con menos amargura.
A golpe de improvisaciones, La Liga va a estrenar su tercer técnico en el año de su Centenario. Por lo visto, el sueño de su presidente de ganar todo, “hasta la Copa Chinamo”, solo será realidad si Canal 7 decide invitar a los rojinegros al “competitivo” torneo decembrino.
Después de apostar fuerte por Hernán Torres, de convertirlo casi en un Quijote moderno, luchando contra los molinos de viento que lesionaron a la mitad de su planilla y contra el gigante Alvarado que se escapó por la puerta trasera, la dirigencia termina empujándolo hacia la salida, pero con la versión mediática de que deseaba su continuidad.
¿Alguien puede creer que con Andrés Carevic la Liga está más cerca de alcanzar su sueño en el torneo que viene, para celebrar el centenario a lo grande? Creo que no, y estoy seguro que la dirigencia manuda piensa lo mismo. ¿Entonces?
La primera cortina de humo es que Torres se fue por frustración. Se marchó porque le pusieron encima a Agustín Lleida, con quien tuvo diferencias importantes. Sin entrar a valorar el trabajo del español, lo cierto es que fue él y no el colombiano, quien recibió la bendición de la mayoría de dirigentes. Entre ellos, quien pone la plata.
La gerencia de Lleida pudo esperar unos meses, para darle la oportunidad a don Hernán, con más tiempo y planilla reforzada, de hacer realidad el sueño manudo. Con su salida, el sector dirigencial que ahora golpea la mesa liguista logró varias cosas.
La primera: Entregó el poder absoluto a Lleida, quien el mismo día en que Torres “renunció”, ya tenía contratado a su amigo Cadevic (en la página de Mineros puede leerse el anuncio de que su extécnico dejó el proyecto desde el 3 de mayo). Si bien esa amistad no implica que el argentino sea “un paquete”, si es un inexperto en la primera división —una lotería entonces— y alguien que siempre irá en la misma línea del gerente debutante.
Lo demás tiene que ver con las prioridades manudas. Pareciera que la 30 ya no está de número uno. Promover jugadores de liga menor, dándoles exposición en primera y así venderlos pronto, es una de esas urgencias. La Liga se pone a dieta, con un técnico más barato, sin mayores inversiones en planilla, y con la idea fija de empezar a recuperar algo de las inversiones (muchas, mal pensadas).
¿Y el título del Centenario? Pues allí viene La Copa Chinamo.
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