El Cartaginés llega hoy a su primer duelo de la final del Verano con un dato sobresaliente: un promedio de menos de un gol recibido por partido.
Los 19 tantos que cedió en 24 presentaciones lo colocan por mucho como el equipo menos batido del agonizante certamen, una estadística que se explica fácil con los nombres que hicieron posible esas cifras.
El regreso de Carlos Johnson, la capitanía de José Villalobos, la consolidación de Andrés Flores y la experiencia de Esteban Sirias son parte de las razones para que hoy la ilusión brumosa esté al tope.
Férrea y enemiga de los espacios, la zaga blanquiazul sin duda es la más difícil de penetrar en este certamen; porque además de sus virtudes propias, tiene a dos guardianes lujo más arriba.
Danny Fonseca y Félix Montoya deben ser, sino la mejor, una de las más eficientes parejas de contenciones que tiene el futbol nacional.
Entre ambos, curtidos con años y años de futbol, es poco lo que se cuela al último cuarto de cancha del Cartaginés, porque lo que no para uno casi siempre lo para el otro.
Si todo eso falla, los brumosos todavía tienen una carta más bajo la manga: la inspiración y buen momento de su portero Luis Torres.
Él es el último caudillo de esa barrera azul, la misma que hoy intentará sacar réditos de su casa en el primer episodio de la batalla final.
Contras. Si bien toda esa defensiva sirve, a Cartaginés le hará falta más que eso para campeonizar.
Difícilmente solo ese recurso les permitirá llegar al título, no ante un Herediano que parece tener llaves para todos los cerrojos.
Por eso una estrategia como la que le aplicaron a Saprissa podría no ser suficiente y es ahí donde llega la necesidad de ofensiva.
Mauricio Castillo es una carta vuelta, un comodín que en sus mejores días podría cambiarle la cara al equipo, pero le falta ritmo.
Brenes y Lezcano también están ahí, como los recursos ofensivos de un equipo que más que nunca necesitará aprovecharlo todo.