Alfonso Quesada se agigantó bajo los tres tubos de Pérez Zeledón y fue uno de los hombres clave para que el campeón nacional venciera 4-1 a Alajuelense.
Las intervenciones de Quesada eran oportunas y efectivas, contrarrestándose con los goles que encajaba Ajú, de tan solo 18 años.
En San Isidro de El General, la Liga respiró cuando el árbitro pitó el final de un primer tiempo en el que Pérez Zeledón no solo le pasó por encima, sino que tenía una ventaja contundente de 3-0.
Camino a camerinos, Ajú iba cabizbajo y Quesada llegó a hablarle, a levantarle la moral a ese muchacho que no la pasaba bien y que estaba hecho un manojo de nervios.
“Él está joven, es un muchacho que ha salido adelante junto a la mamá, lo admiro por su entrega desde liga mejor y yo le dije que esto le pasa a cualquiera, que le ha pasado a los grandes en Europa, que siga trabajando y que siga luchando y soñando, porque esto no es nada. A todos los porteros nos pasa”, recordó Quesada, como el mensaje que le dio a Ajú para levantarle la moral.
A la película aún le faltaba el complemento y quedaban dos goles pendientes, uno por bando.
Cuando termina el partido, la prensa buscaba a Quesada y Ajú caminaba con su mirada clavada al piso. En eso llegó Porfirio López a retomar las palabras que Alfonso le había externado y César Carrillo también hacía fila para darle una voz de aliento al muchacho que por primera vez era titular con Alajuelense.
El mensaje de ellos hizo que Ajú se soltara a llorar como un niño y aunque se aprestaba a dar declaraciones, llegó el preparador físico manudo, Johan Salas, y se lo llevó, sin que él pudiera pronunciar una palabra, sin que se desahogara.
De lo que López y Carrillo le dijeron, aunado a las primeras palabras de Quesada, a él le queda saber que el fútbol es un juego, que vendrá otra oportunidad y que esta experiencia le servirá de cara al futuro.
Pero no solo en Pérez Zeledón hubo voces de aliento para Ajú, pues en su propio camerino lo respaldan.
“Son cosas normales, esto es fútbol, el domingo entró, lo hizo de gran manera y todo el mundo salió feliz. Este jueves tal vez comete un fallo, pero no pasa nada, sabemos el gran portero que es, el futuro que tiene y, como le digo, para adelante, porque es alguien que nos va a aportar mucho. Si le toca jugar el domingo sé que lo va a hacer de gran manera; este jueves fallamos todos, perdimos todos y esto no es de señalar a nadie”, apuntó el lateral derecho José Andrés Salvatierra.
Experiencia propia. Con sinceridad, Alfonso Quesada le dice al novato arquero de la Liga que no se arrugue y que hasta se vea en su espejo.
Quesada se marchó de Alajuelense en busca de más espacios para jugar, porque en la Liga era suplente.
Se fue a San Carlos, pero el equipo descendió; luego estaba sin equipo y Palmares le abrió las puertas en la Liga de Ascenso.
Eso fue un paso importante para que el campeón nacional lo fichara y en una noche mágica para él, se lució con ocho tapadas: tres a Jonathan McDonald, una a José Luis Cordero, una a Luis Sequeira, una a Bryan Jiménez, una a Alex López y una a Daniel Villegas.
“El equipo me da la confianza. Cuesta coger ritmo; lo importante es que tengo la mentalidad y mi familia que me apoya, ellos saben lo que he trabajado. Uno necesita partidos, yo me fui a Segunda con el fin de jugar, Palmares me abrió las puertas y esto también es parte de ellos, porque sin mi paso por Palmares no habría tenido la oportunidad de estar acá”, indicó Quesada.
Además, está dispuesto a mejorar, aunque eso implique más sacrificios.
“Necesito bajar un poquito más de peso. Tengo que bajar cuatro o cinco kilos, ha costado, lo que nadie sabe es que tuve un problema de tiroides también. En una semana y media bajé 3 kilos con una dieta y un trabajo aparte”.
Ese problema de tiroides se le detectó cuando estaba en Alajuelense, pero se sometió a un tratamiento y ya está bajo control.
Quesada se golpeó en una jugada con McDonald y por eso, los saques no los podía hacer con la pierna. La solución que encontró fue efectuarlos con la mano.
Este viernes tenía la pierna adolorida y con un moretón, pero está tranquilo, porque solo es un golpe.