Ahora sí, Héctor: no más argollas (escrito por Pablo Gabas)

En “La Voz del Capitán”, el espacio de Pablo Gabas en La Nación, el jugador le pone su punto final al tema de los jugadores extranjeros en fútbol costarricense

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Hace unas semanas, cuando se anunciaba la cantidad de extranjeros que se iban a sumar para esta temporada y que se había tomado la decisión de aumentarla, decidí desde esta columna ilustrar el tema con la vida de Héctor y su hijo Luis, nombres a los que eché mano pero que terminan siendo uno de los miles de padres e hijos que van por detrás de un sueño y a los que esta regla les iba a sacar posibilidades de llegar a Primera.

Ese momento y hasta el día de hoy considero que es mucha la cantidad de foráneos de acuerdo al campeonato, la cantidad de equipos y la población. De ese modo mostraba mi descontento.

No se si usted me leyó, tampoco influyó lo que escribí, solo traté de ser la voz del padre que trabaja de manera incansable para que su hijo tenga una oportunidad en el futbol de primera división.

Ahora bien, y a lo que vinimos, esta regla que vendrá para la próxima temporada de solo tener tres extranjeros por club obligará aún más a los entrenadores y equipos a tener la mejor visión sobre los jugadores a escoger y que puedan funcionar sobre lo que quiera la institución.

Y no solo eso, sino que también serán señalados los visores, formadores y técnicos de ligas menores porque de ellos dependerá el aprendizaje de nuestros hijos.

Ellos deberán capacitarse de la mejor manera teniendo la disposición, los métodos y sobre todo el conocimiento. En estos casos será esencial que los clubes apuesten gran parte de sus ingresos en esta área, para no terminar pagando por un extranjero que solo vendrá por seis meses, a un alto costo y sin dejar nada, señalado como uno más.

Por eso y sobre saber escoger, si nos vamos más abajo, a las edades de ocho, nueve o diez años, donde debemos seleccionar, es trascendental la escuela de futbol, independiente de cómo se llame, sea franquicia de otro país o las ya nacionales conocidas, para que desde sus primeros pasos sean bien dirigidos, primero con el sentido de competencia y de crecimiento, sin dejar al lado el aspecto integral, ya que no todos terminan consiguiendo el mismo sueño.

Señores, no más argolla, no más el “amigo de”, ni tampoco el hijo del directivo.

Juegan los mejores, los que a base de talento se ganan la cosas.

Si no, terminarán sufriendo nuestras selecciones menores y nunca tendremos buenos talentos.

Sí, pedíamos menos jugadores de afuera y que los de adentro sean mejores. Por eso los que lo pueden mejorar son los entrenadores, quienes llevarán el peso de su proceso. De mi parte ahora exijo que ese título de profesor sea bien ganado y evaluado constantemente.

Dale, Héctor ahora sí y más que nunca seguí esquivando autos por la General Cañas.