A veces, ganar es perder. Le ha pasado a Saprissa en los últimos torneos. Siempre capaz de levantarse, pasar de lo mediocre a lo sublime y hacer de los últimos cuatro partidos una epopeya, el cuadro morado cumplió un 2021 más que aceptable en logros. Campeón en un torneo y subcampeón en el otro, maquilló perfectamente la urgencia de renovación.
Es cierto que Iñaki Alonso tiene en rojo su rendimiento, pero el tema va más allá.
Un vistazo a los últimos certámenes dan fuerza a toda esa mitología que llena de orgullo al saprissismo con el “no se repartan nada, mientras Saprissa esté vivo”. El mismo aficionado que festeja arrebatar títulos contra pronósticos (avalando indirectamente campañas mediocres con final feliz) es el mismo que después reclama malos fichajes, irregulares resultados y hasta los cálculos para clasificar a la segunda ronda.
“¡No todos!” -me advierte con tino nuestro moradísimo Jefe de Información Rónald Matute, un saprissista no suele perder el sentido crítico, aunque admite alegrarse de cada campeonización (tampoco se trata de ser un amargado)-.
Con Saprissa no es fácil. Hay que reconocerle esa capacidad de provocar el olvido. Las epopeyas al final de los torneos son capaces de borrar todos los males, incluyendo las figuras que envejecen, muy a pesar del excepcional Christian Bolaños y al aún vigente Mariano Torres, y los jóvenes muy pocas veces listos.
Saprissa es tan bueno haciéndonos olvidar que he llegado a cuestionarme si realmente pierde la batalla con Alajuelense en cada mercado de fichajes. Confieso que he llegado a pŕeguntarme quién ficha mejor: ¿el austero cuadro morado al que los resultados lo invitan a no invertir mucho? ¿O el Alajuelense, campeón de los fichajes, con adquisiciones como Alex López, Leonel Moreira, Johan Venegas, Bryan Ruiz, Marcel Hernández, Pipo González y Gabriel Torres, no correspondidas con muchos trofeos?
Aunque la Liga parece tener el norte claro, con esa mezcla de figurones y jóvenes valores, su escasez de títulos nacionales le pone un asterisco enorme a sus contrataciones: solo un festejo en diez torneos disputados desde que asumieron Fernando Ocampo y compañeros en noviembre del 2016.
Una cosa es ganar portadas y otra campeonatos.
Uno supone que tarde o temprano Alajuelense recogerá los frutos, pero mientras tanto no creo que la gestión de Agustín Lleida tenga el sello de “calidad comprobada”. Desde su incursión como gerente deportivo alajuelense, en abril del 2019, Herediano y Saprissa suman dos títulos nacionales y la Liga uno. Algo falla si los ‘fichajes bomba’ no conducen a la conquista del trofeo.
No tiene sentido, entonces, que los fichajes de Alajuelense sean la sal en la herida de Saprissa. El cuadro morado tiene por sí solo razones para preocuparse, con síntomas claros: dos torneos seguidos en cuarto lugar de la primera fase bastan y sobran. No trata del rendimiento de Iñaki; más allá del técnico de turno, el saprissismo merece saber la verdad, como escribió nuestro redactor Esteban Valverde.
Para un equipo con tanto “poder y orgullo”, ser líder de primera fase solo dos veces en los últimos ocho torneos es poca cosa. Claro, en esos mismos campeonatos cosechó tres subtítulos y tres títulos. ¿Aplaudimos o criticamos? Yo me quedo con que a Saprissa a veces le hace mal ganar.