Lo menos que se puede decir es que las opiniones están divididas. Dramáticamente. Como solo en Argentina podrían estarlo: los partidarios de Perón y los partidarios de Frondizi, los hinchas del River y los hinchas del Boca, los adalides de Menotti y los adalides de Bilardo, los fans de Fangio, los fans de Gálvez.
Jorge Barraza opina que Messi es un arcángel, una visitación sobrenatural, un Mozart del fútbol condenado en su selección a jugar con diez Salieris, una conjugación de fuerzas cósmicas que produjo al más fenomenal, inspirado, portentoso bípedo del planeta. Eso piensa Barraza, y su fervor, su devoción, su embobamiento por Messi alcanza lo ridículo. El poeta del fútbol les manda a sus compañeros balones que son verdaderos sonetos petrarquistas, y estos le devuelven pedruscos y chayotes. Un genio perdido en un océano de mediocridad.
Pero Daniel Brailovsky, comentarista de Fox Deportes, piensa que Messi no respeta los colores de su camiseta, que no se esfuerza lo suficiente, que únicamente se prodiga en el Barcelona, que ha menospreciado a la Albiceleste, que no debería volver a vestir la playera en cuestión, y que por dignidad y respeto debería cederle el lugar a alguien que sí quiera morir por la patria. No sabe uno qué es más lamentable: si la hipnosis de medusa, la seducción de sirena, la mesmerización en que ha caído Barraza, o los anacrónicos valores patrióticos y épicos invocados por Brailovsky.
Fuere como fuere, los hechos son apabullantes: Messi ha jugado 4 mundiales y 5 copas de América y jamás ha ganado nada. Gladiadores como Rummenigge, Platini y Van Basten nunca triunfaron en un mundial, pero siquiera alzaron sus respectivas Eurocopas, en 1980, 1984 y 1988. No es poca cosa. El problema de Messi es que ha sido estéril con su selección, y ya tiene 32 años. Ha pasado por las manos de 8 técnicos y ninguno ha logrado potencializarlo. ¿Es en efecto Messi lo mejor que le ha sucedido a Argentina desde Evita Perón, o estamos tan solo en presencia de un virtuoso del balón desprovisto de liderazgo, carisma, comando, capacidad de arengar a sus tropas? Lo discutiremos en nuestra próxima columna.