Madrid
Idolatrado en las canchas de fútbol, el argentino Lionel Messi deberá despejar el viernes ante un juez, las dudas que se ciernen sobre su figura por un presunto fraude fiscal que, sin embargo, no parece lastrar su imagen de estrella modesta y poco conflictiva.
El astro del FC Barcelona y jugador de la Selección de Argentina, de 26 años, junto a su padre, Jorge Messi, están convocados en un juzgado de la localidad barcelonesa de Gavà, donde vive el futbolista, como imputados por presunta evasión de 4,16 millones de euros obtenidos por sus derechos de imagen, entre 2006 y 2009.
El caso nació de la denuncia de una fiscal de Barcelona, el 13 de junio, la cual acusó a los Messi de "burlar" a tributación cediendo los derechos de imagen del delantero a "sociedades puramente instrumentales", ubicadas en paraísos fiscales como Belice y Uruguay.
Según el texto de la fiscal, el argentino "obtuvo importantes ingresos" que "debía tributar en sus declaraciones correspondientes" y no lo hizo. Una semana después, un juez imputó a padre e hijo.
Aunque en un principio los supuestos delitos eran punibles con penas de prisión, los Messi saldaron en agosto su deuda con hacienda pagando 5 millones de euros, lo que les permitirá rebajar notablemente la condena en caso de ser declarados culpables.
En este caso, la defensa del jugador parece encaminada a exculparlo de toda responsabilidad y señalar a un exagente suyo, Rodolfo Schinocca, de la estructura y gestión de los ingresos de Messi por derechos de imagen.
Schinocca, en declaraciones a la radio española Cope, se desentendió del asunto señalando que dejó de trabajar con los Messi en 2006, antes de producirse el supuesto delito, y acusó a Jorge Messi de querer "una cuenta off-shore" para gestionar esos beneficios.