Si por si solo un clásico entre River Plate y Boca Juniors ya desborda pasiones, genera un ambiente especial y se juega a muerte, estén o no puntos en disputa, cuando está de por medio el cetro de la Copa Libertadores en una final inédita, se puede considerarse como un choque épico, monumental y de infarto.
El planeta del fútbol será testigo de un duelo soñado y que sin duda alguna paralizará Argentina y muchos países más. Los exfutbolistas Pablo Izaguirre, seguidor de los Xeneizes, y Pablo Gabas, hincha de los Millonarios, analizan un compromiso que consideran muy parejo y transmiten lo que se vive en su nación.
“En Argentina se vive un fanatismo extremo. Boca tiene la espina porque Rivar lo eliminó en otras ocasiones recientes y ahora tiene la oportunidad que cobrarse todo. El título sería el más disfrutado y el más festejado, es contra River y nunca ha pasado. Solamente se habla de la final, toda mi familia está allá, son de Boca y hay una gran expectativa”, manifestó Izaguirre.
La primera final se disputará el sábado 10 de noviembre en el Estadio La Bombonera y el encuentro decisivo se jugará el sábado 24 en el Monumental. El denominado clásico del siglo también plantea un desafío para la seguridad y la Conmebol, por el comportamiento de los fanáticos.
En principio, esos partidos se iban a disputar el 7 y 28 de noviembre, pero esta fecha había quedado en dudas por cuestiones de seguridad, debido a que Buenos Aires será sede, el 30 de noviembre y el 1.° de diciembre, de la cumbre del G20, a la que acudirán líderes como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o el de Rusia, Vladimir Putin.
“Obviamente que esta final es trascendental en Argentina y a nivel mundial. El presidente del país, Mauricio Macri, lo dijo, quien pierda el partido durará 20 años en recuperarse. Desde todos los ángulos será difícil para el que no gane, mientras que el que se deje el título tendrá la ventaja de que se le perdonará todo”, afirmó Gabas.
El duelo Boca-River se jugará sin público visitante, como viene sucediendo en los últimos tiempos. Sin embargo, esto no evita que desde la clasificación de ambos no se toque otro tema que no sea este partido y así lo comentan los exjugadores de Alajuelense.
A nivel futbolístico, los dos exrojinegros coinciden en que es casi imposible hacer un pronóstico, el nivel de los planteles es muy alto y todas sus fuerzas se enfocarán en dejarse la Libertadores.
“Es un partido para disfrutar, los dos equipos tiene un conjunto muy interesante. Considero que River y Boca poseen los planteles más competitivos de Argentina. Los extranjeros que tienen y los jugadores son muy buenos”, agregó Gabas.
A su favor, los Xeneizes tienen más experiencia en finales continentales, esta será la undécima, estableciendo una nueva marca continental. Ganó seis, la última en 2007, y de conquistar la sétima igualará al también argentino Independiente. Por su parte, los Millonarios han ganado tres, la más reciente en 2015 con el Muñeco (Marcelo Gallardo) como técnico.
Izaguirre espera que esto pese para su equipo y que puedan imponerse en un cruce en el que el gol de visitante no vale doble ante empate y de darse un empate en el global tras los 180 minutos, se necesitará tiempos extra o penales, si la igualdad persiste.
“Es un clásico único a nivel de Copa Libertadores, se enfrentarán los equipos más grandes de Argentina en una final inédita en los años de esta Copa. Imagínense lo que será esto, se jugará sábado y sábado, algo que tampoco pasó antes. Es una final que paralizará al país. En los últimos antecedentes River ganó, pero ya es hora de Boca”, recalcó.
El único pero es que la Conmebol advirtió este jueves que la disputa está sujeta a un fallo de su unidad disciplinaria, ante un reclamo de Gremio contra el técnico de River, Marcelo Gallardo, por violar una suspensión que le prohibía ingresar al vestuario y dar indicaciones a su cuerpo técnico desde la tribuna, en el duelo de vuelta de las semifinales.
Es poco probable que el resultado se modifique, pero el Muñeco Gallardo se expone a una dura sanción y podría directamente tener prohibido el ingreso a los dos estadios.