El rival no tenía la camiseta de Uruguay, las estrellas de Italia ni la entereza de Grecia.
Del estadio no brotaban aires mundialistas... pero para Jorge Luis Pinto era como si estuviera en Fortaleza o en Recife, aquellos sitios donde la Tricolor grabó pasajes inmortales.
La locación: San Pedro Sula, el estadio: el Olímpico Metropolitano, el oponente: Guayana Francesa, y Pinto... en el banquillo de Honduras.
De pie en la zona técnica, sin sentarse un solo minuto, ataviado con un traje azul profundo, el cafetero festejó cada gol de su selección como lo hizo en la Copa del Mundo Brasil 2014.
En el primer tanto, obra de Andy Najar al 30’, el extécnico de la Sele cerró sus puños y movió sus brazos aun con la inseguridad de que le faltaba al menos un tanto para clasificar.
Dos minutos después, Najar repitió en la red y el colombiano sacudió su cuerpo con fuerza al celebrar el tanto.
Por último, al 44’, Anthony Lozano pegó el 3-0 y Pinto giró su cuerpo hacia la tribuna para desahogarse con una notable alegría que recordó sus casi solitarios festejos en suelo brasileño.
Al final del encuentro, el timonel aceptó que existía presión por volcar una serie que empezó cuesta arriba, con el sorpresivo 3-1 obtenido en la ida.
“Fue un juego de mucha presión para los jugadores, para uno y para ustedes (periodistas hondureños). Lo hicimos bien y el partido era para cinco o seis goles, sin ningún problema, pero nos faltó concluir bien las jugadas”, declaró en rueda de prensa.
El resultado de 3-0 le permitió a Honduras ganar la serie con un ajustado global de 4-3 y clasificarse a la Copa Oro, donde compartirá el Grupo A junto a Estados Unidos, Panamá y Haití.
“Las cosas que hicimos hoy (ayer), hace tiempo no las miraba en un partido y eso me satisface, pero tenemos que mejorar otras cosas”, finalizó el DT, que con apuro libró su primer examen