A Guima le gusta coleccionar experiencias de alto voltaje y ahora se enlistó en América de Cali para darle de comer a una leyenda que se niega a dejarse envolver por el confort.
Cuando otro se conformaría con enviar el currículo a una cadena de TV para oficiar de comentarista, Alexandre prefiere el rigor de la faena futbolera y la agudeza mental de la pizarra acrílica.
Dos mundiales en su hoja de vida actuaron como el resorte que lo catapultó hasta el club escarlata, una divisa que tiene al diablo como logo con pelota al pie y tridente incluidos.
Sin bajarle el piso a sus vivencias en Guatemala, Panamá, México, India, China y Emiratos Árabes, esta es distinta pues llega a un equipo de solera y en sequía de títulos desde 2008.
América de Cali es un grande arropado por 13 campeonatos, solo superado por Atlético Nacional, con 16, y el Millonarios de Jorge Luis Pinto, con 15. Ya se imaginarán los duelos.
Colombia es potencia latinoamericana, factoría de grandes futbolistas e identidad definida a partir del manejo de pelota, el paladar fino para el juego y el respeto por la grada.
En suelo cafetero su designación sorprendió porque desconoce el medio, pero ello no lo afectaría pues en esta era de la información, se sabe, apretar una tecla llena cualquier vacío.
El desafío pasa más por adaptarse rápido, no desgastarse en la transición, elegir pronto a quienes mejor interpreten su idea que, para su fortuna, se sitúa en la línea filosófica del futbol que se practica allí.
La mejor versión de Guima impregnó aquella Sele inolvidable de Corea Japón 2002, en estado de gracia desde el repechaje ante Guatemala, en Miami, y con un Mundial en donde batió a China, igualó con Turquía y cayó ante Brasil en un juego inolvidable.
No ha estado exento a los reveses, como Comunicaciones, Cartaginés, Panamá o el Mundial 2006, que lo llevaron a archivar el riesgo de los días dorados para reemplazarlo por una versión táctica más recatada.
Sin ser un devoto del fútbol defensivo y alejado de los dogmas extremos que pregonan cierre a ultranza, pelotazo, corrida y gol, el Guima de los nuevos tiempos se parece más al que busca la pelota sin desordenarse para administrarla y alternarse en el dominio del juego.
En un torneo de pesos pesados, con oponentes históricos mejor armados y dispuestos a llevárselo por delante, el América de Guima deberá tener la entereza y el nivel para ligar victorias que alimenten la moral y convenzan a los incrédulos de que su elección fue la correcta.