Un equipo completamente desconocido y sin un solo título de primera división tiene a Ecuador en medio de la locura por recibir la final de la Copa Libertadores de América.
El modesto Independiente del Valle es la sensación del torneo y está a un paso de ser el segundo club ecuatoriano en dejarse el trofeo más prestigioso de clubes a nivel suramericano.
El Negriazul, como se conoce al equipo de ese país, disputará este miércoles el primer juego de la final de la Copa Libertadores ante el Atlético Nacional de Colombia, en el Estadio Olímpico Atahualpa de Quito, cuya capacidad es de 38.500 personas, pero que no es su sede. El juego será ahí porque el Estadio Rumiñahui, su casa, tiene mucho menor capacidad: 8.000.
Las entradas tenían un costo de entre $10 y $30 (¢5.550 a ¢16.650) y los aficionados hicieron filas desde el domingo para comprar las entradas el lunes. Ese mismo día, se vendieron todos los boletos.
Los ecuatorianos recaudaron cerca de $1 millón (¢554 millones), lo que sería un gran ingreso para un equipo modesto y no acostumbrado a tales montos. Mas ese dinero no irá a las arcas del Independiente del Valle, pues todo lo que ingrese por taquilla será donado a los damnificados del terremoto que azotó ese país.
El gran sismo se produjo la tarde del sábado 16 de abril, en un sitio ubicado entre las zonas de playa Cojimíes y de Pedernales, en la provincia de Manabí y colindante con la vecina Esmeraldas; dejó 661 fallecidos.
Los suramericanos eliminaron en octavos de final al River Plate de Argentina, en los cuartos de final sacaron del camino a los Pumas UNAM de México en tanda de penales, y en semifinales, dejaron en ridículo al Boca Juniors argentino, ganándole en casa y en la Bombonera.