Fútbol Internacional

El hombre más solo en la cancha

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Se equivocan los técnicos al elegir sus tácticas. Se equivocan los jugadores al ejecutarlas. Se equivoca el cobrador de un penal. Se equivoca el defensa entregando un balón en la salida. Se equivoca el portero cuando una pelota se le va entre las piernas. Se equivoca el delantero al botar un gol hecho. Se equivocan los directivos al contratar a un técnico inepto. Se equivoca el gerente deportivo al sugerir la compra de un jugador que no rinde. Se equivocan los locutores, al pronunciar mal el apellido de un futbolista. Se equivocan los comentaristas y gacetilleros al emitir sus apreciaciones. Se equivoca el chico que vende maní a la entrada del estadio, y nos da el vuelto incorrecto. Se equivocan todos los actores de la universal comedia del fútbol, cualquiera que sea su rol: decisivo o apenas decorativo. Solo hay un espécimen que no puede equivocarse: el árbitro. Para él no hay perdón, clemencia, circunstancias atenuantes, nada. Eternamente insultado, denostado, vejado: a coro y con perfecto ritmo.








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