Se acabó. El arbitró pitó el final del partido en el Román Pascual y se me infla el pecho. Le digo a mami que grabe la imagen de la celebración a través del celular, porque es la única manera que tengo para seguir lo que está pasando. Vengo llegando de mi partido en Ankara y me invade un sentimiento tremendo de felicidad y orgullo.
Y es increíble, porque en la cábala de llamarte el día del partido me transmitiste un sentimiento de seguridad y confianza de que todo iba a salir bien y si así fue conmigo a miles de kilómetros de distancia, me imagino cómo puede ser con tus jugadores. A esos, quienes se han jalado un pedazo de torneo tremendo pero que han salido convencidos de tus ideas y de tu manejo grupal.
Has sido criticado Pa, pero bueno, ¿quién no lo ha sido? Eso es parte de tu trabajo y sabes convivir con eso, que es lo más importante. Nunca faltaste el respeto, nunca perdiste la caballerosidad, nunca te sentiste más o menos que nadie y, lo más importante, nunca perdiste tu objetivo y las metas que tenías por alcanzar. Nada te distrajo.
Y esto no es de ahora, esto ha sido así siempre. Desde tus comienzos en el camerino de Belén hasta ahora en el América de Cali. Una constancia, un compromiso y una resiliencia que te caracterizan, valores que tanto Mauro, Mami y yo admiraremos por siempre.
Gracias Pa por transmitirnos todos estos valores que te han llevado adonde estás hoy. A ser campeón.
¡¡¡¡CAMPEOOOOOOONES, CAMPEEOOOOONES, OLE, OLE, OLEEEEEEEE!!!!!!!