EscucharMadrid. José María Gutiérrez, Guti, cerró 24 años en el Real Madrid, alejado del ruido que generaban sus polémicas, con una despedida muy íntima, que significó el adiós al genio incomprendido, el futbolista con más calidad técnica que ha nacido de la cantera blanca.
Guti estuvo acompañado de sus padres y su hermana. De sus amigos íntimos. Escoltado por la persona que le hizo debutar con el primer equipo, Jorge Valdano, pero sin la presencia del presidente Florentino Pérez. Y con todos los títulos de su carrera a sus espaldas: 5 Ligas, 3 Copas de Europa, 4 Supercopas de España, 2 Intercontinentales y 1 Supercopa de Europa.
Sala de prensa del estadio Santiago Bernabéu. En el césped ya se había despedido en el último encuentro de la pasada Liga que acogió el coliseo de la Castellana, ante el Athletic de Bilbao. Cuando entre las lágrimas que contuvo como pudo, regaló a la afición su última camiseta, tras quince años de éxito y polémica en el primer equipo.
Antes, tras el clásico del Bernabéu, había anunciado su deseo de acabar su carrera en el extranjero. Fue un mensaje al aire para ver la reacción de todos. Del club y afición. Los más cercanos y voces que llevan una vida en el Real Madrid le hicieron dar marcha atrás.
Durante el verano ha pensado en agotar el año de contrato que le restaba, pero no entraba en los planes de José Mourinho, con quien ni ha llegado a hablar. Finalmente, empujado a tomar una decisión se va sintiendo lo más esperado, el cariño del madridismo.
La carrera de Guti ha entremezclado siempre el virtuosismo de un futbolista con una visión única en el pase en España, con la cara de chico malo que muestra en acciones de indisciplina, expulsiones y enfrentamientos con técnicos. Es lo que provocaba la exigencia máxima de la afición del Bernabéu. Los silbidos que tanto le dolían y que en las últimas temporadas han acabado siendo aplausos.
Guti dio al Real Madrid el extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde, capaz de aparecer cuando menos se le espera, echarse el Real Madrid a sus espaldas e inventar pases de tiralíneas para sacar la mejor cara de sus compañeros.
Desde el primer día que no esté Guti, el madridismo añorará sus pases imposibles. Todos, hasta los que le silbaban por su indisciplina, al final reconocen sus virtudes. La magia del 14 se apagó. El Besiktas turco es su nuevo reto.
