El ocaso del feroz gancho izquierdo, Smokin Joe Frazier

Un cáncer tiene contra las cuerdas al campeón de pesos pesados Joe Frazier, el mismo que derrotó al gran Muhammad Alí. Y no es uno cualquiera: los médicos le diagnosticaron cáncer terminal de hígado, sin atreverse a pronosticar cuánto tiempo de vida le queda a esta leyenda del boxeo mundial.

Acostumbrado a librar terribles combates en la lona, Frazier, de 67 años, se enfrenta ahora a la más dura de sus peleas. Ya lo dijo una vez: “Soy un superviviente nato, he superado todo en mi vida. En Manila, recibí golpes de Alí que habrían hecho tambalearse a una ciudad entera, pero los soporté. Tengo aguante, soy siempre optimista”.

Conocido como Smokin Joe, pasa sus días en un hogar para enfermos terminales en Filadelfia.

La noticia sobre su enfermedad le ha dado la vuelta al mundo desde el momento en que su representante Leslie Wolff la oficializó. Casi al tiempo, afloraron los recuerdos de aquellos legendarios ganchos de izquierda que Frazier propinó al ultrajado rostro de Muhammad Alí, en el Madison Square Garden.

Aquel choque de titanes estadounidenses sucedió 40 años atrás; se le llamó la “Pelea del Siglo” por el espectáculo que ambas figuras dieron el 8 de marzo de 1971 en el Madison Square Garden, de Nueva York. Allí, Cassius Clay –mejor conocido como Muhammed Alí–, perdió el cetro mundial de pesos pesados, y Frazier se erigió como el rey.

Destronar al “Más grande” no le salió barato a Frazier, quien lo enfrentó en dos ocasiones posteriores, perdiendo en ambas. La más memorable de todas –incluso, más que la caída de Alí en el Madison–, fue el tercer combate, el duelo de 1975 en Manila, Filipinas.

Las crónicas describen la pelea como una con un ambiente cargadísimo emocionalmente por el tamaño de los oponentes y las amenazas que se profirieron antes del choque, el cual, a la postre, resultó voraz y sangriento para los dos.

Las marcas quedaron y emergen hoy, cuando “el pequeño y feroz” Joe Frazier parece estar en las postrimerías de su vida, lidiando con la que será, sin duda alguna, la más dura de sus peleas.