Cuando nos enteramos de que Rebeca Grynspan iba a recibir el reconocimiento Forbes por su liderazgo, quisimos conocer de su propia voz un poco de su historia y lo que significa el liderazgo para la costarricense que forma parte de la lista de las 50 mujeres más poderosas de Centroamérica.
Su paso por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y por la Organización de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de estado y de Gobierno como Secretaria General iberoamericana no limitó su visita a una entrevista con Perfil.
Por el contrario, un abrazo, un saludo efusivo, una sonrisa que no abandona su rostro fueron las primeras impresiones de Grynspan al llegar a Grupo Nación. Era más como un encuentro entre mujeres, entre amigas.
Sus palabras son certeras, casi como vasos de agua fría para quienes aún no han tomado las riendas de su vida: son guía para quienes, al igual que ella, desean estar donde quieren, y no donde la vida las ha llevado.
Grynspan es economista, sin embargo, un enfoque social ha marcado su carrera. La experiencia personal la llevó a declararse feminista, luchadora por los derechos sociales y por la igualdad de género.
Les compartimos un extracto de nuestra conversación con la tica, que por convicción busca borrar las barreras invisibles de la desigualdad y apoyar a más mujeres, para que se conviertan en líderes naturales de sus propias vidas.
¿Cómo recibió la noticia del reconocimiento por su liderazgo?
La verdad no lo esperaba porque no fuimos parte del proceso, no sabíamos que se estaba gestando. Sabíamos del premio por relaciones anteriores. Fue una alegría personal, un honor. Me gusta la filosofía que viene detrás del premio. Ellos quieren un premio que vaya dirigido a la gente que está en contacto con la ciudadanía, que hace cosas por la gente. No es solo por tener un puesto, sino por haber hecho cosas y quizá eso es lo que más me ha motivado de este premio. Y si me han escogido a mí como representante porque consideran que he tenido impacto, no hay mejor honor para mí.
¿Cómo equilibra sus raíces económicas con el área social?
Yo creo que he dedicado mucha de mi experiencia profesional a eso. No creo que lo social y lo económico sean asuntos divorciados. Creo que son dos caras de la misma moneda. No veo posible que uno sea un buen economista si no piensa en cuáles son los impactos sobre la gente.
La política económica debe leerse por su impacto a largo plazo sobre la gente, manteniendo su seriedad en ejecución.
Yo creo en la política social que le da derechos a la gente, que la empodera y le permite escoger un proyecto de vida que valoran, que quieren y que los lleve a tener la vida que quien vivir.
¿Qué significa para usted ser líder?
Yo creo que un buen líder no es el que tiene más seguidores, sino el que logra generar más líderes. Yo quisiera que mi liderazgo sea de los que le ayudan a otras mujeres a poder cumplir sus sueños y se conviertan en sus propias líderes.
Quisiera poder apoyar a la gente que trabaja conmigo para que tenga creatividad, ideas, pueda proponer y se vuelva parte de un proyecto. Muchos miden el liderazgo por los seguidores, yo creo que esa es una medida equivocada.
¿Percibe alguna diferencia entre ser líder y ser una mujer líder?
Ay sí, todavía eso es así. Comenzando por lo positivo, yo creo que nuestra generación se benefició de todos los avances y luchas que dieron las mujeres anteriormente. Tuvimos muchas más oportunidades como mujeres de romper el techo de cristal. Pero no hay duda tampoco de que siguen habiendo muchos obstáculos.
Muchas de los limitaciones y barreras actualmente son invisibles, no son claras, pero que siguen ahí. Es como una corriente subterránea que pone mucho más obstáculos en el camino y creo que mucho de esto se manifiesta cuando se tiene que pensar en formar una familia.
La posibilidad de conciliar vida profesional, trabajo y familia sigue siendo una gran dificultad. Es ahí donde las mujeres jóvenes sienten que la sociedad no cuenta con los parámetros de equidad en la asignación de tareas y que la sociedad no está organizada para que esto sea posible. Creo que esta es una gran tarea del siglo XIX.
¿Usted lo dice por experiencia?
Claro. Me acuerdo perfectamente el día en el que decidí renunciar a ser ser Viceministra.
Cuando mi hijo tenía dos años, yo estaba un domingo negociando con el Fondo Monetario Internacional en la oficina del Ministerio de Hacienda y me llamaron para decirme que se había caído y se había roto la frente y me lo trajeron para llevarlo a coser.
Cuando estaba en el hospital dije: no puedo más, esto no es posible. Este ritmo de trabajo, esta exposición permanente, esta imposibilidad. A pesar de la ayuda de la familia, tuve que renunciar.
¿Qué la hizo volver a sus proyectos profesionales?
Precisamente esa fue la conciencia que adquirí, que no es un problema individual. No podemos resolver esto siendo súper mujeres todas. Matándonos en el trabajo, tratando de ser la mejor madre, la mejor profesional, la mejor hija.
Digo, no se trata de que cada una de nosotras tenga que ser súper mujer o la mujer maravilla. Todas queremos ser personas normales, igual que todos los demás.
En ese momento yo me di cuenta de que esta es una lucha colectiva, no una lucha individual. Algo tiene que cambiar en la sociedad.
La sociedad tiene que organizarse de otra manera, no se puede pensar que esta sigue siendo una sociedad donde las mujeres renuncian a su vida profesional, renuncian a lo que quieren, renuncian a su proyecto individual para criar a la familia.
No se trata de siempre por optar por la vida profesional: yo elegí a mi familia en ese momento. Pero no se trata de que nosotras queramos más una cosa que la otra. A lo que abogo es a que podamos tener las dos cosas como las tienen los demás.
Ese subsidio de la mujer a la sociedad que se ha acostumbrado a lo que yo llamo un outsourcing de la vida afectiva, de la familia, de la crianza, de formar ciudadanos.
Me da mucho pesar mencionar a España como ejemplo, donde las mujeres jóvenes renuncian a tener hijos para poder tener una vida profesional.
Si esa decisión está tomada en libertad; me parece perfecto. Pero cuando se trata de renunciar a algo me parece que tenemos un problema; cuando hay una renuncia a los grados de libertad para tomar decisiones.
¿Cómo lograr esa igualdad?
Creo que hay leyes muy positivas como las leyes de cuotas para la representación política de las mujeres. Son una medida necesaria en la transición a una sociedad más equitativa.
La ley por equidad de hombres y mujeres que tuvo Costa Rica en la segunda mitad de los años 80 me parece que tuvo efectos muy positivos sobre cómo veíamos la equidad de género.
Tiene que haber un cambio cultural, porque nosotras las mujeres también reproducimos esquemas con nuestros hijos. Tenemos que hacer una reflexión personal, el machismo no lo tienen solo los hombres, lo reproducimos también nosotras. El proceso educativo y de cambio cultural es una necesidad.
Quitar los estereotipos de los textos y de las escuelas es muy importante. Soy optimista, veo cambios y creo que las nuevas generaciones son mucho más abiertas y con roles menos pesados para hombres y mujeres, porque cuando ellos deben cumplir un rol y muchas veces también renuncian a sus sueños.
¿Cómo darle empoderamiento a la mujer?
Creo que el empoderamiento económico es muy importante. Cuando tenemos la capacidad de generar nuestros propios ingresos y tener autonomía económica tenemos más posibilidad de tomar nuestras propias decisiones.
Esta es una base que nos da autoestima y posibilidad de salir de una relación cuando es mala, o cuando hay violencia.
¿Qué requerimos para ser lideres?
Compromiso y perseverancia y el tener un proyecto de vida claro es muy importante.
Muchas veces cometemos el error de no conversar con las mujeres jóvenes sobre cuál es su proyecto de vida. Cuando uno tiene un proyecto, se compromete con lo que quiere ser y no es que la la que vida las va llevando. De alguna manera tenés esa posibilidad de plantearte lo que querés ser.
Esa es una fuerza muy importante que nos lleva hacia adelante, y cuando se tiene un proyecto de vida, la perseverancia y el esfuerzo tienen que ser parte de eso.
La sociedad pone muchos obstáculos y podemos renunciar fácilmente. Tenemos que saber que la vida no es lineal, muchas veces vamos en zig zag.
Yo pongo mi propio ejemplo: renuncié a ser Viceministra, pero no renuncié a tener una carrera y a tener una vida propia.
Un dato interesante es que (las autoridades) han tenido mucho más éxito en evitar el embarazo temprano, cuando las mujeres piensan en su proyecto de vida que cuando no lo hacen.
¿Cuáles de sus logros le marcaron su vida personal?
En lo profesional, haber servido a mi país me marcó para siempre. Fue un honor tan grande y me enseñó tanto que nunca más volví a ser la misma. De alguna manera siento una gran responsabilidad para siempre.
Cuando ya recorrí mucho más el mundo, puse todavía más valor en lo que era que un país como Costa Rica tuviera los medios para que una persona como yo alcanzara esos puestos.
Soy la primera generación nacida en Costa Rica, mis padres son inmigrantes. En este mundo donde hay una crisis tan grande de inmigración que busca refugio, yo doy todavía más valor a lo que Costa Rica nos dio.
En lo personal, creo que me marcó ese momento en el que renuncié a una cosa que quería tanto. Yo era muy joven, era Viceministra de Hacienda, era economista negociando la deuda del país, era todo lo que uno puede soñar profesionalmente. Entonces, en ese momento en el que tuve que renunciar, tuve que reflexionar sobre eso. Además, cómo plantear mi renuncia. Ese fue un momento complicado.
La verdad era que estaba renunciando por mis hijos. Cuando yo sentía como que todas las mujeres teníamos que demostrar que podíamos hacer todo al mismo tiempo y yo entré un poco al gobierno con ese discurso, entonces de alguna manera, fue desdecirme. Opté por decir la verdad: que no podía hacer todas las cosas bien al mismo tiempo. En ese momento representaba a muchas mujeres con trabajos muy demandantes, y que lo siguen viviendo.
Ahí me hice feminista. Entendí lo que era la lucha colectiva.
¿Qué le recomienda a las mujeres para ser líderes?
Esfuerzo y perseverancia son indispensables. No se echen atrás por los obstáculos que van a encontrar; porque van a encontrar muchos.
Tengan un proyecto de vida y luchen por cumplirlo. Uno puede cambiar de estrategias, de camino; pero no abandonen el objetivo de ser lo que quieren ser.
Si una mujer escoge con libertad quedarse en casa con sus hijos, es tan valioso como cualquier otra elección, pero tiene que planteárselo. No hay que dejar que la vida se imponga sobre nosotras. Sino que tengamos un manejo sobre nuestra propia vida.
No se queden solas, busquen apoyo. Hablen, hagan redes, sean parte de colectivos. No es solo la vida individual, la sociedad requiere de una ciudadanía activa.
¿Usted está ahora donde quería estar?
Yo estoy ahora donde quiero estar.