EscucharCuando la verdad se disfraza de mentira, suelen ocurrir estas historias del realismo mágico, ambientadas, en lugares tan dados a la fantasía como el Fello Meza, nicho del muñeco que las generaciones brumosas han adoptado como patrimonio de su imaginario colectivo.
Cada uno con la suya, esa verdad tiene muchos libretos. En el caso de Marcel Hernández, convivieron por horas su verdad, la del cuerpo médico, el doctor, la directiva y la de sus aficionados.
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Marcel Hernández enfrenta al volante morado Luis Stewart Pérez.. (Mayela Lopez)
Todas contradictorias, pese a un esfuerzo final por unificarlas. De allí que cada uno pueda darle rienda suelta a su fantasía literaria, para construir su propia novela. ¡Como ésta!: Urgido por un goleador de casta, para acompañar a Venegas, Saprissa lo quiso fichar. O qué tal esta: Herediano quería recordar que nadie puede estar tranquilo en materia de fichajes. En cualquiera de los casos —elija su historia favorita— casi todo estaba listo para la firma y, aconsejado por una voz cercana, Marcel decidió declararse lesionado.
El cuerpo médico no constató la lesión y eso desencadenó el enojo del técnico Martin Arriola, quien se enteró de las negociaciones, en las que Cartaginés ganaría una jugosa suma de dinero. Ante la ira de los aficionados, Hernández hizo un video para reiterar que estaba lesionado, pero al mismo tiempo dejó un aviso en el aire: “Si llego a irme, el club ganará su dinero, porque soy un hombre agradecido”.
Entre el enojo de Arriola y el hecho de que, alguien advirtió de la imposibilidad del jugador a poner un pie fuera del país —con lo cual no podría jugar la visita en CONCACAF— el traspaso se vino abajo. Entretanto, el cubano, acosado por los fanáticos, encadenado a su destino blanquiazul, pidió reconstruir “la verdad”.
De nuevo Marcel a las redes sociales: “No sé de dónde han inventado esa novela. Nunca he pensado en irme”. El club hizo un esfuerzo por respaldar su versión, para sanar heridas ante los fanáticos. La lesión fantasma oficialmente pasó a existir. Colorín colorado. Mi historia, entresacada de mi escaso poder imaginativo, se vino al papel. Otras historias ruedan por las redes sociales o recorren las calles frías de un Cartago, entregado al realismo mágico desde que el muñeco se fue a vivir a esa ciudad.
La historia oficial, la única verdad, quizás sea un misterio para todos por los siglos de los siglos.
