Se discute en estos momentos en el Congreso (aunque a veces pareciera que lo relegan por otros asuntos mucho menos importantes) un proyecto de ley para permitir la fecundación in vitro, como sucede en todos los países civilizados. Desgraciadamente, en varios diputados, incluso en la jefatura de un partido mayoritario, se presiente la sombra nefasta y oscurantista de la Iglesia Católica, que trata de evitar la aprobación de esta ley o, si se aprueba, que se haga en una forma absurda que la haría de muy difícil aplicación.
Ya varios expertos en la materia, como el Dr. Gerardo Escalante y la ministra de Salud, María Luisa Ávila, han explicado, con claridad, que el proceso debe llevarse a cabo como se hace en todos los países en la actualidad, a los cuales, por cierto, van las parejas costarricenses de mucho dinero, creándose, de este modo, la injusta situación de que solo los ricos pueden tener hijos si tienen problemas de esterilidad, mientras que los pobres deben resignarse a no poder jamás realizar el sueño de toda pareja de disfrutar de la compañía y alegría de un hijo.
Por lo menos, entre los actuales diputados, no hay ninguno como en la legislatura anterior en la cual un diputado, de ingrata memoria por un famoso memorándum, dijo en una ocasión que antes de decidir cualesquier asunto importante consultaba siempre con una alta autoridad eclesiástica, cuya opinión era para él “santa palabra” y así votaba. Tuvo su premio y ahora disfruta de todas las ventajas y goces del Vaticano.
Voces sensatas. Dichosamente, ha habido voces sensatas, como la de la defensora de los Habitantes, Ofelia Taitelbaum, que rechazó el proyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo por no cumplir con las recomendaciones de la Comisión de Derechos Humanos y, sobre todo, por arriesgar la salud y hasta la vida de las mujeres que usaran este método. El Dr. Gerardo Escalante también expuso los peligros inherentes en una práctica llevada a cabo, no con normas médicas, sino religiosas.
Debe recordarse que la Iglesia Católica tiene un historial muy extenso de oscurantismo y de disposiciones que van contra la ciencia y el progreso. Prácticamente todos los genios que ha tenido la humanidad han sufrido la persecución y la condena de este grupo religioso. Puedo mencionar a Freud, Nietzsche, Rousseau, Galileo Galilei, Darwin, Copérnico, Voltaire y Steven Hawking. La lista podría ser mucho más extensa. Incluso a algunos de estos genios los amenazaron con la hoguera, incluyendo hasta un sacerdote, el gran filósofo y escritor Giordano Bruno.
Esta Iglesia le tiene más respeto y protege más a una célula, un embrión, a algo que podría llegar a ser un ser humano, que a una mujer de carne y hueso, que vive y sueña con un hijo. El implantar todos los embriones a un útero, para no desechar ninguno, podría producir un embarazo múltiple muy peligroso. Esta manera de razonar es la misma que en varias encíclicas, varios papas han prohibido todos los métodos modernos de control de la natalidad porque “estos son un pecado tan grande que no existe ninguna excusa para hacerlo, aunque signifique la salud o hasta la vida de la madre”
Es también el mismo razonamiento que, en un tiempo, crearon los famosos índices de libros prohibidos, entre los cuales estaban las maravillosas novelas de Victor Hugo. Esto lo ha hecho la Iglesia Católica, sobre todo cuando se ha aliado al poder político, como sucedió en España durante los tristes años del régimen de Franco, tirano cruel responsable de miles de muertes de inocentes y de grandes literatos, como Federico García Lorca, pero que nunca faltaba a la misa dominical.
En una ocasión me tocó visitar la Madre Patria durante ese período. Venía de Francia, de París, que era verdaderamente una ciudad luz, con el mejor teatro del mundo y muchas otras actividades artísticas y el entrar en España fue como entrar en la Edad Media. El arzobispo de Madrid era el jefe de la Censura, y el teatro cultural había desaparecido. La mayor parte de los intelectuales de valor, como Unamuno o Buñuel en el cine, estaban en el exilio. Y el único cine que se proyectaba eran películas de Walt Disney y de vaqueros. Fue un retroceso que, espero, nunca se repita.
Si los diputados actuales quieren asesoramiento sobre la ley que permitirá, por fin, la fecundación in vitro deben buscarla entre los médicos especializados en esa materia, entre los hombres de ciencia y alejarse, lo más posible, del fanatismo y el oscurantismo de la Iglesia Católica.