EscucharLos ingredientes fundamentales de una economía eficiente son el equilibrio macroeconómico interno y el equilibrio comercial con el exterior que, entre otras cosas, necesitan un buen manejo de las tasas de interés y del tipo de cambio, lo cual no parece presentar problema en el presente y la preocupación más bien se centra en el creciente desequilibrio fiscal. Sin embargo, también debiera ponerse más atención al estancamiento de la pobreza y al desempleo y, en especial, a la creciente desigualdad del ingreso, que pone bajo amenaza aspectos humanos y morales esenciales.
La ONU señala la desigualdad como una de las principales trabas para el desarrollo. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2015), en Costa Rica el ratio entre el ingreso disponible del 10 % de hogares de más recursos respecto del 10 % de hogares de menos recursos fue de 10,3, brecha muy superior a la de los miembros de ese foro (3,6) al que pretendemos ingresar.
El último Informe del Estado de la Nación indica que en el 2016 el coeficiente de Gini fue de 0,52, cifra mayor que el promedio latinoamericano (0,49) y de las de naciones de la OCDE (0,34).
¿Principales causas? Incremento en la informalidad laboral, exceso de personas no calificadas disponibles en el mercado, altas remuneraciones del sector público y bajas remuneraciones de las mujeres. Las proyecciones basadas en la matriz insumo-producto 2012 revelan que, aunque los ajustes a los salarios mínimos al sector privado tienen capacidad redistributiva, el elevado incumplimiento que se registra en el país limita su impacto en la desigualdad total.
Ingreso primario. Una primera fuente de desigualdad del ingreso se debe a la distribución factorial del ingreso entre trabajo y capital: suma de los salarios y remuneraciones brutas pagadas por las empresas a sus trabajadores (incluye cargas sociales) y del excedente bruto de explotación (dividendos, intereses y otras rentas).
Esta distribución surge del funcionamiento del mercado, a su vez determinado por el sistema de precios, tecnologías utilizadas, rendimientos de los factores y negociaciones entre dueños del capital y trabajadores.
Según datos de Cuentas Nacionales del 2015, la repartición primaria del ingreso en Costa Rica para el total de la economía fue del orden del 54 % para los trabajadores y el 46 % para los empresarios. En las sociedades no financieras (grueso del sector privado) esos porcentajes fueron 52 % y 48 %, respectivamente.
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Ingreso secundario. Aunque la distribución que resulta de la producción y el mercado no es inexorable, es poco lo que se puede hacer para cambiar la dirección de esas fuerzas, amén de que cualquier redistribución que pase por una manipulación de precios del trabajo es ineficaz y puede producir desempleo.
En vez de ello, los gobiernos suelen redistribuir los ingresos a través de transferencias a personas de menores recursos, lo que, sin distorsionar la asignación primaria, tiene incidencia directa en el ingreso disponible de los hogares.
Su financiamiento puede lograrse por medio de impuestos progresivos, eliminación de exoneraciones innecesarias y limitación de remuneraciones excesivas a funcionarios públicos. La acción redistributiva del Estado también tiene lugar a través de mecanismos indirectos, como el gasto público en educación y salud (transferencias no monetarias), que aunque no afectan el ingreso disponible de los hogares, tienen impactos relevantes en la medida en que promueven las capacidades humanas y facilitan la inserción futura en los mercados de trabajo.
Como una acción voluntaria del sector privado en favor de la redistribución, se menciona que, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, recientemente la Asociación Empresarial para el Desarrollo ha tomado medidas concretas para que las personas tengan mayores oportunidades de mejorar su condición salarial y social. El objetivo es lograr un índice de Gini de 0,45 o menos de aquí al 2030.
Datos de riqueza. Es necesario que el país avance en la recolección de información sobre distribución de la riqueza, un asunto pendiente que puede contribuir a la discusión sobre la factibilidad de implementar políticas tributarias con mayor grado de progresividad, incluida la consideración de las imposiciones al capital y a las herencias, con escasos efectos distorsivos en el mercado. Según la experiencia mundial, países con fiscalidades más progresivas tienden a presentar menor desigualdad.
El autor es economista.
