La palabra alemana “ zugswang ” significa en el ámbito del ajedrez mundial “perder por obligación de jugar”. En ella podemos apreciar que en el idioma de Goethe predomina la tendencia teutónica a comprimir varias palabras en una sola, es decir, a conceptuar diciendo mucho con poca tinta.
La situación de zugswang se da a veces en una partida de ajedrez cuando a uno de los contendientes le toca el ineludible deber de jugar y, entonces, analiza que, con cualquier movimiento que haga, está perdido y normalmente se rinde ipso facto.
En el panorama de nuestra política nacional –no olvidemos que la política es una actividad en relación al poder– nos tocará dentro de pocas semanas ejercer el derecho al sufragio universal para designar a nuestros gobernantes y legisladores, y que, según la peregrina teoría del “contrato social”, este sufragio refleja la “voluntad general” de los ciudadanos, la cual nunca se puede equivocar, de acuerdo con el criterio de Rousseau y otros teorizantes de esa época.
Dejando aparte disquisiciones filosóficas y analizando la realidad de los hechos, que es lo único que cuenta en política, todos los ciudadanos tenemos el deber de votar el próximo 2 de febrero. Pero para muchos votantes surge la interrogante shakespeariana de Hamlet, parodiando el famoso monólogo: ¿votar o no votar?, he ahí el dilema. ¿Por quién o contra quién?
La falta de coherencia ideológica en los partidos y la poca seriedad de numerosos cambiacasacas nos incitan a sentirnos atrapados en un zugswang político, pues podemos pensar que, dondequiera que pongamos la marca, todos vamos a perder. Pero, a pesar de esta presunción, hay que acudir a los recintos electorales, aun yendo impregnados de un justificado fatalismo musulmán, aunque sea votando en blanco o anulando el voto con un borrón, que, como me informan algunos expertos en eso de llevar la aritmética al campo de la política, contribuiría a evitar que cualquiera de los aspirantes presidenciales llegara al 40% que señala la ley.
En fin, que todo esto me recuerda una famosa frase de José Antonio Primo de Rivera: “El destino de la patria se jugará una vez más al turbio azar de las urnas”. Pero, a pesar de todo, debemos cumplir con nuestro deber cívico por aquello de “ Dura lex, sed lex ”, principio romano que nos cohesiona como nación occidental que somos.