Voces en el laberinto

Es imperativo disipar nuestras flaquezas y errores encendiendo la luz de los méritos

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Recuerdo algunos fragmentos de los diálogos con José Joaquín Trejos Fernández, Rodrigo Carazo Odio, Óscar Arias Sánchez, Luis Alberto Monge, Miguel Ángel Rodríguez y Rafael Ángel Calderón Fournier.

Cuando me encontré con don José Joaquín, de esto hace diecisiete años, le pregunté: “¿Cuál es su diagnóstico de la situación de Costa Rica? “El sistema educativo –dijo– debe colocarse en el centro del desarrollo” para fortalecer “la libertad, la fraternidad y el amor al prójimo”, el conocimiento de “la historia patria” y la honestidad y sencillez de “nuestro pueblo”.

Otros pilares de Costa Rica citados por el expresidente fueron las garantías sociales, el Código de Trabajo, la Universidad de Costa Rica y la “afinidad histórica” del país con los ideales de la revolución francesa. Trejos Fernández era un educador, educaba a los seres queridos y a los ciudadanos y fue maestro de los políticos.

Rosa blanca. “Cultivo una rosa blanca/ en junio como en enero /para el amigo sincero/ que me da su mano franca./ Y para el cruel que me arranca /el corazón con que vivo,/ cardo ni ortiga cultivo/ cultivo una rosa blanca/” (José Martí). Este poema, dedicado a la amistad, le gustaba mucho a Rodrigo Carazo Odio. Él defendía sus ideas con pasión, pero latía en su alma la amistad más profunda y definitiva, enraizada en su religiosidad católica y ecuménica, que también inspiró su pensamiento.

Carazo introdujo en el país una nueva sensibilidad política marcada por conceptos como “participación popular organizada”, “independencia”, “autonomía” e “identidades culturales”. No creía en las ideologías que todo lo reducen al crecimiento del PIB, y el tiempo le ha dado la razón; ahora es Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), quien habla de una “globalización inclusiva” porque el “crecimiento –dice– solo ha beneficiado a unos pocos”.

Para el expresidente Carazo, “la gente” debe impulsar cambios al margen de los partidos políticos, “Fuenteovejuna –me dijo– va a cambiar esto”, no un partido político sino alguien sin rostro que sea todos los rostros.

En Costa Rica –pensaba don Rodrigo– hay tendencias contrapuestas que se complementan, como ocurrió con las reformas educativas de Jesús Jiménez y de Mauro Fernández. En el año 2009 me entregó un texto donde reitera el leitmotiv de su acción pública: “decencia, honradez, dignidad”.

Cambio de época. A Luis Alberto Monge le correspondió introducir el modelo de desarrollo basado en la promoción de exportaciones y la ruptura de monopolios. El expresidente me explicó su interpretación de lo sucedido de 1982 a 1986, reiteró sus críticas a las dictaduras marxistas-leninistas, se refirió a la crisis económica y mencionó a colaboradores suyos como Carlos Manuel Castillo y Eduardo Lizano, personas centrales en la ejecución de las nuevas políticas económicas, y, finalmente, reflexionó sobre el futuro del país: “Solo se pueden ganar las batallas contra la pobreza” –argumentó– incentivando “la producción, la productividad y la competitividad”. En los últimos años de su vida, propició la creación de una “agenda de ciudadanos”, “de redes sociales descentralizadas y participativas” y de una nueva Constituyente. Oyéndole, pensé que tenía el país en su alma, lo conocía en detalle y lo amaba.

Liderazgo. De Óscar Arias Sánchez se ha dicho que es “el más intelectual de los políticos y el más político de los intelectuales”. El resorte íntimo que lo impulsa es su vocación de futuro acompañada de una férrea voluntad, y es eso lo que en la década de los ochenta le permitió liderar una política internacional que venció a los militarismos de EE. UU., la URSS y Cuba; protegió la soberanía nacional y evitó los extremismos ideológicos.

El expresidente Arias es un crítico del anarco-capitalismo, el estatismo y el neoestatismo, y desde 1965 sostiene que la riqueza económica no se reparte sola, sino que requiere mecanismos redistributivos introducidos por el Estado, lo que ahora repite un FMI sorprendido con la crítica proteccionista a la globalización.

La primera vez que conversamos, hace casi veinte años, Arias afirmó que “nuestro deber es construir más escuelas, más colegios y más universidades”.

En el 2010 le escuché decir: “Construiremos un futuro aún más glorioso que el que previeron nuestros ancestros”, y en octubre del 2007 compartió una idea que acostumbra repetir: “Ninguno de quienes participamos en la discusión –se refiere al debate sobre el TLC– es dueño exclusivo de la verdad”, conviene, dijo, “identificar nuestras coincidencias y construir sobre ellas” para lo cual se requiere de “una ardiente paciencia” (Pablo Neruda). Una paciencia que como la suya nace de la sabiduría y la generosidad que el tiempo ha hecho crecer en la piel y el alma.

Comunidades e innovación. De 1966 a 1982 se crearon condiciones para fundar un partido político permanente y programático, objetivo que era, desde muy joven, el propósito central de Calderón Fournier. Varias veces me encontré con él, compartió su interpretación de aquellos años, pero ahora deseo destacar dos ideas que me transmitió en el 2000: primera, en Costa Rica “nada realmente transformador puede hacerse de espaldas a las comunidades”, y, segunda, el reencuentro con el sentimiento de los costarricenses exige “evaluar, corregir y enriquecer” el modelo de desarrollo basado en la promoción de exportaciones.

Siendo un defensor de esta estrategia, es significativo que el expresidente haya planteado la necesidad de corregirla en lo que fuese necesario.

Ideas y acción. De los encuentros con el expresidente Rodríguez Echeverría derivo dos hechos sobresalientes. Formado en el liberalismo y en la doctrina social de la Iglesia católica (DSI), don Miguel Ángel se convirtió en el eje de la síntesis intelectual más importante de los años noventa, la que unió liberalismo, DSI y economía social de mercado (ESM).

Él propuso unas ideas sin las cuales no hubiese nacido en Costa Rica un planteamiento alternativo pero complementario al surgido en 1948; y es el expresidente Rodríguez quien con lucidez ha estudiado la “visión previsora de los costarricenses”, esto es, la capacidad de anticipar situaciones socioeconómicas futuras, tal como lo revela la creación del Estado de derecho, la educación pública y la seguridad social, lo que don Miguel denomina “creaciones previsoras”.

En el horizonte del bicentenario de la independencia nacional es imperativo disipar nuestras flaquezas y nuestros errores encendiendo la luz de los méritos y disfrutando “todo el oro que acumuló el pasado” (Omar Dengo).

El autor es escritor.