Es bien sabido el envejecimiento de la población costarricense. Igual sucede en el resto el mundo. Nuestro país experimenta un fenómeno poblacional irreversible. Los seres humanos, en la mayoría de las naciones, viven más años, tendencia que continuará por un largo tiempo.
El Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología opera en las instalaciones de lo que fue el Hospital Nacional Antituberculoso, las cuales resultaron funcionales para la atención de tales enfermos, pero son totalmente inadecuadas hoy para la población de la tercera edad.
Con 42 años dedicados a ocuparse de las personas adultas mayores, el edificio y su entorno han sido objeto de remodelaciones en distintos momentos, en un intento de adaptarlas a la nueva realidad médica y social. Sin embargo, la estructura no admite más adaptaciones o lo que más bien podríamos llamar remiendos.
Nuestra planta física está cerca de colapsar y ya tocó techo, para explicarlo mejor.
Arquitectura moderna. En el contexto de esta realidad, si se quiere responder a los índices de envejecimiento nacionales, se impone la necesidad de una visión innovadora en la construcción de un hospital con un concepto arquitectónico moderno y funcional para las personas mayores, un lugar idóneo y sin barreras arquitectónicas.
Quiere decir que el país debe prepararse de una manera sólida, innovadora y visionaria, sobre todo, si pensamos que estamos a escasos dos años de la celebración del bicentenario de nuestra vida republicana.
En consecuencia, salta a la vista la necesidad de una inversión urgente que garantice la atención de los casos geriátricos más complejos, mediante un servicio integral y oportuno de 24 horas todos los días del año.
Formación y comunidad. El nuevo Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología debe fortalecerse, aún más, como centro docente universitario, formador de los recursos humanos que el país requiere y requerirá, con grandes anclajes comunitarios para no desarraigar a los adultos mayores de sus domicilios, y hospitalizar nada más los casos que por su complejidad requieran una atención geriátrica integral.
Debe contar con áreas de consulta, hospitalización, urgencias y cirugía las 24 horas, así como atención y cuidados paliativos a domicilio y facilidades para la investigación de las patologías prevalentes en Costa Rica, en adecuada y minuciosa coordinación con todos los servicios de geriatría de los hospitales del país, conforme estas nuevas unidades de atención se vayan creando, de costa a costa y de frontera a frontera, y debe observar rigor y excelencia en sus niveles de coordinación.
Además, se requiere la puesta en práctica de protocolos, normas y pautas para la atención de las personas adultas mayores para que reciban servicios de alta calidad en todo el territorio nacional, articulando la red de cuidado de las personas mayores del país.
Como se hizo en el pasado para la atención de la niñez, Costa Rica requiere transcender a favor de las personas que nos han heredado este maravilloso país. Ojalá podamos construir este sueño de manera prioritaria y urgente para las todas las personas adultas mayores de la actualidad y de un futuro cercano.
El segundo vicepresidente de la República, Marvin Rodríguez Cordero, tiene a su cargo la atención de las personas vulnerables y ha constituido una comisión interinstitucional con el objeto de dar seguimiento al proyecto de edificación del nuevo hospital.
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También el presidente, Carlos Alvarado Quesada, conoció hace poco, de primera mano, las limitaciones estructurales del hospital y comprobó personalmente la gran necesidad de que el país llegue a contar con el nuevo hospital geriátrico.
El nuevo Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología será el foro, faro y bastión de las personas adultas mayores, como es hoy el Hospital Nacional de Niños para la niñez costarricense, de manera que el Geriátrico debe continuar siendo un hospital con abordaje propositivo e innovador en beneficio de los forjadores de nuestra identidad nacional.
El autor es director del Hospital Nacional de Geríatría y Gerontología.