En 1940, la editorial estadounidense Farrar & Rinehart convocó a un concurso continental para escoger la mejor novela latinoamericana. Para ello, en cada país debían constituirse jurados nacionales, los cuales elegirían una novela por país y enviarían el manuscrito correspondiente a Nueva York para el dictamen final.
Aunque estaba integrado por destacados intelectuales, el jurado costarricense no entendió bien el asunto de que había que premiar un solo manuscrito, y premió tres, con lo que, en la práctica, descalificó la participación de Costa Rica en el concurso.
Yolanda Oreamuno, cuya novela Por tierra firme figuraba entre las premiadas, al conocer la decisión del jurado, optó por retirar su novela, deploró la ambigüedad del fallo y declaró que “en materia literaria no hay ‘empates’: o se triunfa o no se triunfa”.
Adicionalmente, Oreamuno se manifestó contra “la manera sutilísima con que el jurado ‘le buscó la comba al palo’” para dejar complacidos a todos los concursantes. “Es una forma muy tica. Pero ocurre que desafortunadamente nunca he podido soportar las cosas, las decisiones y las actitudes que no sean absoluta y totalmente claras”, dijo.
Humboldt. Más de tres cuartos de siglo después, en la Universidad de Costa Rica (UCR), esa “forma muy tica” de resolver las cosas se ha vuelto a manifestar.
En al año 2005, la UCR, por iniciativa del entonces vicerrector de Investigación Henning Jensen, inauguró la Cátedra Humboldt, con el fin de honrar a los hermanos Wilhelm y Alexander von Humboldt y fomentar las relaciones académicas entre la UCR y Alemania. En el período 2006-2015, la UCR, con base en un concurso previamente convocado, ha nombrado solo un catedrático Humboldt al año, en correspondencia con lo dispuesto en las resoluciones que regulan el funcionamiento de la Cátedra.
Tal situación varió en el presente año: pese a que se convocó para elegir a “la persona que ocupará la Cátedra Humboldt, durante el año 2017”, la UCR decidió nombrar no uno, sino dos catedráticos Humboldt para el año entrante.
Yolanda. Independientemente de la trayectoria académica de las personas nombradas y de los méritos que tengan los proyectos que presentaron, se repite la situación contra la que Yolanda Oreamuno se manifestó con tanta vehemencia.
El jurado nombrado para escoger al catedrático Humboldt 2017, en vez de seleccionar a una persona, escogió a dos, lo que dejó abierta la puerta para que, en adelante, se nombren dos o más catedráticos Humboldt al año, con el costo financiero adicional para los contribuyentes y con el demérito inevitable para dicha cátedra y para la memoria de los hermanos Humboldt.
Frente a esta “forma muy tica” de resolver las cosas, Oreamuno optó en 1940 por retirar su novela; pero, claro está, Yolanda era (y siempre fue) Yolanda.
El autor es historiador.