No es justo censurar o criticar por falta de civismo a quienes decidieron quedarse en la casa como forma de protesta contra las circunstancias adversas, las necesidades y las angustias que sufren un día sí y otro también.
Sería injusto acusar de irresponsables a quienes, cansados de tantas mentiras, quisieron decir “basta ya” a los dirigentes políticos que los toman en cuenta solamente durante los procesos electorales y después les dan la espalda.
Abstenerse, en esos casos, es el proceder del ciudadano convencido de que votar no le va a traer la solución a sus múltiples problemas, y si vota, de nuevo, como en el pasado, lo van a engañar.
La mayoría de los habitantes de la Costa Rica abandonada se abstuvieron porque no encuentran en la política la respuesta a sus necesidades, porque están enojados y descontentos y, fundamentalmente, porque los políticos les han robado la esperanza.
En un reportaje, el 9 del presente mes en este medio de comunicación, se nos informó de que más del 50% de los ciudadanos de 18 cantones no acudieron a los centros de votación a ejercer el derecho al sufragio, lo que supera por mucho el promedio nacional (un 40%).
En el detalle de la noticia, se observa que prácticamente todas esos lugares están ubicados en la periferia, con costas en el Pacífico y el Caribe, o en las fronteras.
Esos cantones son, de acuerdo con todos los indicadores socioeconómicos, los que presentan el menor grado de desarrollo relativo. Contrariamente y de acuerdo con la nota periodística citada, fueron los electores de algunos de los cantones del centro, cuyo desarrollo es relativamente mayor, los que más participaron en las elecciones recién llevadas a cabo.
La información conduce a afirmar que la participación en los procesos electorales está influenciada por el grado de descontento o satisfacción de sus ciudadanos con el nivel de desarrollo de sus cantones.
Es una realidad que el desarrollo de las regiones periféricas y el centro del país es absolutamente desigual, lo cual es fácil constatar si se revisan los índices de desempleo y pobreza con los parámetros relacionados con la educación, la salud o la vivienda, así como con aquellos que tienen que ver con el acceso y aprovechamiento de las tecnologías de la información y la comunicación, o con las oportunidades culturales y artística.
El desequilibrio tiene su causa en el abandono de la periferia a la hora de formular políticas públicas y en un desfasado e injusto esquema de desarrollo que desde siempre ha privilegiado al Valle Central.
El abstencionismo en esas regiones fue, sin lugar a dudas, una expresión contundente del descontento de sus ciudadanos por el abandono de tantos años y del cansancio debido a las promesas incumplidas de los políticos de todo signo.
El autor es exembajador.