Las comunidades de Puntarenas centro y varios lugares circunvecinos están urgidos de políticas públicas dirigidas a la solución del mar de problemas donde zozobran a diario sus habitantes.
La desatención del Gobierno Central y las limitaciones e inoperancia de las municipalidades han acrecentado una problemática que hoy llena de angustia, incertidumbre y desesperanza a sus pobladores.
Los graves problemas de los puntarenenses son producto de la negligencia de las instituciones del Estado para formular planes y programas para favorecer su desarrollo, de su incapacidad para concretar una mayor inversión pública en la zona en infraestructura, educación y salud, de manera tal que permita captar inversiones privadas para dinamizar la economía, generar empleos y reducir la pobreza.
Es de imperiosa necesidad la elaboración y ejecución de un plan integral que involucre a todas las instancias públicas responsables de la atención de los problemas y que potencie, con acciones a corto, mediano y largo plazo, las alternativas de desarrollo de la zona.
Desigualdad. Puntarenas ha sufrido por muchos años el abandono y los efectos negativos de un injusto esquema de desarrollo que ha fomentado la desigualdad con la región central del país.
La falta de una estrategia de desarrollo para las periferias, como la puntarenense, que conjugue la voluntad política de las autoridades gubernamentales con la capacidad de iniciativa y de acción de los liderazgos y de las organizaciones sociales de esos territorios, ha privado de oportunidades a miles de personas cuya vida ha quedado al margen de los beneficios económicos y sociales ofrecidos al resto del país.
La postración económica es, fundamentalmente, la causa de casi todos los problemas que sufren estas regiones y la falta de oportunidades de trabajo (la tasa de desempleo es la más alta del país) constituye, sin duda alguna, el problema más agudo, el cual, a su vez, engendra indeseables y devastadores flagelos, como la pobreza, la desnutrición infantil y la prostitución y la drogadicción de los jóvenes.
Recientemente, la prensa informó sobre el incremento de la delincuencia y la drogadicción que afecta a cantidad de mujeres porteñas, así como de la complicidad de algunos pescadores en las actividades del narcotráfico y del desempleo generado por la prohibición de la pesca de arrastre, un reflejo de la difícil y triste realidad enfrentada por los vecinos de Puntarenas y varios lugares circunvecinos.
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Malas consecuencias. Lamentablemente, las acciones del narcotráfico se han extendido y el consumo de drogas ha aumentado en la zona, con las nefastas consecuencias que esta espernible actividad conlleva, por lo cual el temor y la impotencia de sus pobladores les hace augurar un aciago porvenir si no se actúa con eficacia, no solo para perseguir y castigar a los delincuentes, sino también para combatir las causas con adecuadas medidas preventivas.
Puntarenas se ahoga en un mar de problemas y entendemos que evitar su naufragio no es tarea fácil, pero es necesario que los problemas se atiendan con prontitud, con hechos concretos y no con promesas fantasiosas, como las que se acostumbran hacer en las campañas electorales. Los puntarenenses son merecedores de una mejor calidad de vida.
El autor es exembajador.