Un 2018 para recordar

El reto del 2019 es preguntarnos y responder qué estamos dispuestos a hacer diferente para construir un mejor país.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Cada nuevo año se espera con expectación, precedido por los deseos de prosperidad y felicidad que solemos decirnos los unos a los otros. No es hasta su término que, una vez hecho el balance general de los acontecimientos, positivos y negativos, alegres y tristes, de metas cumplidas o no, aquilatamos el resultado final del transcurso de 12 meses, mientras la ilusión por otros 12 vuelve a nacer. Así, el tiempo continúa su marcha inclemente, recordándonos cuán rápido transcurre y dejando lecciones para enfrentar el futuro.

Visto el desenlace, desde el punto de vista del país, y como si se tratara de una carrera, el 2018 fue un año tenso, el cual no debemos olvidar. No más comenzando, fuimos testigos de una contienda electoral atípica, de intensas posiciones a favor de uno u otro bando y en el cual el conservadurismo religioso tuvo su aparición más palpable en la lucha por la presidencia, cuya resolución fue conocida en una segunda ronda.

Con todo, el país fue capaz de superar un nuevo torneo electoral y elegir a su presidente número 48. Superada esa meta, continuó el ascenso hacia otro asunto que mantuvo en vilo a diversos sectores por sus potenciales consecuencias negativas, me refiero a la materia fiscal.

Luego de una reiterada exposición de motivos, so pena de entrar en una crisis y repetir la historia crítica del país de los 80, el plan fiscal fue aprobado en medio de un movimiento huelguístico que elevó la tensión inicial, pero cuya solidez fue disminuyendo poco a poco, aunque no sin consecuencias, como las registradas en el ámbito educativo por la pérdida de lecciones de miles de estudiantes, efectos que trascenderán el 2018.

A ese escenario se sumó la oposición mostrada por algunas entidades públicas, entre ellas, el Poder Judicial, en un criterio objeto de múltiples críticas. Finalmente, la Sala Constitucional terminó por saldar la discusión, al no encontrar vicios de constitucionalidad en la hoy Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas.

Cuando el año llegaba a su mitad, y como consecuencia de las investigaciones efectuadas para esclarecer el caso conocido como el del cemento chino, el presidente de la Corte Suprema de Justicia y tres magistrados de la Sala Tercera fueron amonestados por la desestimación de una causa vinculada a ese hecho. Pocos días después, y en medio de la crítica por sus actuaciones, el titular de la Corte se acogió a su jubilación con sigilo. Previamente, en abril, el magistrado Celso Gamboa había sido destituido por sus supuestos nexos con el empresario del caso en mención. Todo esto desembocó en un debate público sobre la necesidad de hacer cambios en el Poder Judicial, propuestas que esperan su materialización en el 2019.

Fatiga final. Muchas otras notas pueden agregarse a esta lista de acontecimientos: la muerte de tres turistas extranjeras en el país, el uso de letras del tesoro por el Ministerio de Hacienda, el asesinato de mujeres a manos de compañeros sentimentales o exparejas, la persistente muerte de personas en accidentes viales o el arribo de nicaragüenses a suelo nacional debido a la precaria situación política en su país, lo cual suscitó una aberrante confrontación en el parque la Merced.

Llegamos al final de la carrera en el 2018 con una sensación de fatiga y apuro que tornaron más empinada la competencia, en algunos tramos a un costo muy alto que no debe repetirse.

Puesta la mirada hacia atrás vale tomar nota de varios aprendizajes. En primer lugar, nos hace daño como sociedad dejar la tarea para el final, cualquiera que sea. En situaciones límite, las presiones nublan el entendimiento para encontrar la salida o producen que algunos saquen provecho del desasosiego.

En segundo lugar, el fortalecimiento de la democracia y sus instituciones debe ser un objetivo permanente, como lo es enfrentar la pobreza, el desempleo, la inseguridad ciudadana o promover el crecimiento económico, en tanto permite enfrentar las tensiones que ponen a prueba las fibras del sistema democrático (tenemos ejemplos cercanos de lo que sucede cuando se desdibuja la división de poderes y se pierde el control en el ejercicio del poder).

En tercer lugar, del discurso incendiario y chirriante debemos cultivar la escucha, promover un debate fundado, sin descalificaciones a priori, o donde la culpa de mis males es siempre del otro.

El nuevo año invita a ser optimistas. La magnitud de los retos que nos esperan como país obliga a que ese optimismo no sea simplemente una aspiración y terminemos el año lamentando lo que pudo ser o lo que dejamos perder.

Qué estamos dispuestos a hacer diferente para construir una mejor patria, es parte de lo que debemos cuestionarnos.

El autor es politólogo.