Si no hacemos algo para detener la desaceleración del crecimiento económico, derivará en una recesión. Debemos tomar medidas urgentes para evitarla. Muchas medidas se han discutido por años y terminan estancadas, particularmente, aquellas cuya materialización depende de la reforma del Estado.
Debe actuarse con rapidez y aprender de las lecciones del pasado: no repetir un escenario como el del 2008, cuando se aumentaron los salarios de los empleados públicos para combatir la pobreza. La repercusión de esa desafortunada decisión aún la sentimos.
A pesar de la desaceleración económica actual, tenemos una inflación significativamente baja, incluso, por debajo del rango meta, de entre un 2 % y un 4 %, del Banco Central, con una inflación interanual a enero del 1,67 %. La inflación baja es un activo que no debemos desaprovechar y debemos utilizarla para darle impulso a la economía.
Los textos tradicionales recomiendan bajar las tasas de interés para tratar de estimular la economía por medio de mayor inversión privada o aumento de la inversión del Gobierno. Bajar las tasas de interés ha dejado de ser eficiente, tanto así que durante la crisis del 2008 la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) debió intervenir directamente en el mercado por sus programas de Quantitative Easing (flexibilización cuantitativa).
Subsidio. Los costarricenses debemos pensar diferente para generar un shock económico positivo para el país. En ese sentido, propongo brindar de forma gratuita el transporte público por un año. Es decir, el Estado pagará la totalidad de las tarifas de los buses.
Evidentemente, tendrá un costo no trivial. Según un artículo reciente del Semanario Universidad, los ingresos de todas las empresas autobuseras rondan los $350 millones. En un escenario como el nuestro, de endeudamiento exorbitante del Estado, deberíamos aprovechar la baja inflación y que el Banco Central financie el transporte público a todos los usuarios del servicio. Que el Banco Central imprima los colones necesarios para pagar a los prestatarios del servicio los ingresos que les corresponden con base en la demanda declarada por ellos en el 2018.
No es una decisión sencilla: poner al Banco Central a financiar políticas públicas no ha generado los mejores resultados porque la impresión de colones dispara la inflación, la cual termina convertida en una afectación contraproductiva.
Tradicionalmente, ha sido un mecanismo de gobiernos tratar de cubrir sus necesidades de moneda. Es un miedo basado en una historia de desastres. Pero en una situación controlada, utilizada para estimular la economía cuando la inflación está por debajo de la meta para el país, es una herramienta de política pública subutilizada.
Viendo las variables macroeconómicas del dinero y el tamaño de la economía nacional, un gasto adicional de $350 millones debería generar, más o menos, el 1 % de inflación adicional.
Cambio climático. Los beneficios del transporte público gratis por un año son enormes. Están directamente alineados con los objetivos de cambio climático y descarbonización de nuestra economía; es una política de reducción de la pobreza (las personas de menores ingresos gastan porcentajes desproporcionados en transportes), de mayor impacto rural que urbano (los pasajes de autobús en zonas rurales por falta de demanda son sumamente elevados) y promueve la competitividad y la calidad de vida al impulsar una disminución en las presas y tiempos de desplazamiento.
Lo anterior, sin contemplar el aumento en el consumo, pues los pasajeros, en general, son quienes menos recursos tienen y son los más propensos a gastar en otras cosas lo que se ahorrarían en transporte.
Necesitamos generar un impulso económico. Debemos revertir la tendencia con algo rápido mientras seguimos el proceso de discusión de las reformas económicas estructurales urgentes.
Una política pública con impacto directo e inmediato en la economía, como hacer el transporte público gratuito, es el tipo de acciones necesarias para evitar caer este año en recesión. No podemos esperar tener un resultado diferente si no tratamos de innovar con políticas públicas diferentes.
El autor es exviceministro de Transportes.