El transporte colectivo atraviesa una grave crisis. Es justo advertir a los ciudadanos sobre lo que parece avecinarse rápidamente. Según un informe de la Contraloría General de la República (no son datos de los autobuseros), la demanda del servicio de autobús cayó de un 74 % a un 58 % en tres años. Como indicadores de desarrollo de la sociedad, esos números son dramáticos.
¿Por qué nuestra población viaja menos en autobús? Todo país que se desarrolla encuentra la solución para sus desplazamientos en el transporte masivo porque es más rápido y barato que el privado.
La venta desproporcionada de automóviles, la incapacidad de hacer de los vehículos viejos chatarra, la venta de motos como si fueran electrodomésticos, el crecimiento enorme del transporte informal, la incapacidad política para dar prioridad al transporte público, la ausencia total de inversiones en infraestructura para esta forma de desplazamiento y la inseguridad ciudadana están haciendo que nuestro sistema colapse.
Caos. Pero hay un ingrediente adicional para la inminente debacle de nuestro sistema. El modelo de cálculo tarifario desarrollado hace tres años por la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) y el manejo de sus componentes usando solo el populismo para referirse a él, ha tenido como consecuencia la pérdida de demanda y sin compensación económica para equilibrar los ingresos de los transportistas.
La Aresep menciona un concepto de fuerte contenido retórico al referirse a su modelo como si se encontrara en “mejora regulatoria constante”, pero este concepto es perverso, porque un modelo econométrico que debe asegurar el cumplimiento de la ley y de los contratos administrativos en su derecho al equilibrio económico financiero, se ve completamente lesionado con un modelo que no funciona.
¿Qué pretende lograr esta estrategia para arruinar el actual sistema de transporte colectivo? Veremos la forma como se desarrolla el oligopolio. Un sistema de transporte colectivo monopólico u oligopólico genera otro tipo de economías. Los excedentes del cobro electrónico, la importación de los insumos de todo tipo, tales como compra de buses, llantas y lubricantes, se hará de forma directa por la misma estructura oligopólica. Se desplazará a los actuales proveedores y cambiará la economía nacional.
Las empresas desplazadas tienen préstamos con el sistema bancario nacional y los bancos no están interesados en el remate de garantías, lo cual es un riesgo para el sistema bancario nacional.
La historia mostrará quiénes son los responsables de esta cara aventura nacional, y dentro de esos resultados, debe haber vigilancia civil.
Fuera de juego. Ha faltado análisis, ha sobrado un enfoque con falsos preceptos, pero veremos el resultado: a principios del próximo año un grupo de empresas no podrán continuar prestando el servicio.
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Tanto la Aresep como el Consejo de Transporte Público (CTP) conocen esta realidad y tienen en sus archivos los estados financieros que entregan las empresas.
La Aresep, por su lado, ha duplicado el canon de regulación para cubrir costos por juicios perdidos sin que haya responsables civiles, y no contenta con ello, ha pedido otro enorme incremento al canon del próximo año para construir un edificio en donde con comodidad puedan seguir elaborando licitaciones y contratando asesorías.
El autor es el propietario de la empresa de buses La Periférica.