Con respecto al artículo “La electricidad en épocas actuales” (27//3/18), escrito por el ministro de Ambiente, Edgar Gutiérrez, voy a señalar algunos indicadores económicos de nuestro país. La tasa de desempleo a diciembre del 2017 cerró en 9,3 %, la pobreza es del 20 %, la pobreza extrema del 5,7 % y el crecimiento económico en el 2017 fue de un 3,2 %. En otras palabras: tenemos alto desempleo, pobreza y bajo crecimiento económico.
Costa Rica debe aspirar a mucho más crecimiento si queremos ser un país de oportunidades para todos. El sector productivo nacional y extranjero que opera en nuestro país compite en el mundo y con el mundo. Costa Rica se ha convertido en un lugar caro para producir y vivir. Las decisiones en materia de energía afectan la competitividad, que es determinante para que el sector productivo genere más empleos. Las tarifas eléctricas deben ser competitivas internacionalmente en precio y calidad.
Reconocemos el valioso aporte que el ICE hizo en su momento al desarrollo del país, con un modelo solidario que permitió alcanzar una cobertura casi total de la energía hidroeléctrica como la mejor opción, con planificación y ejecución apropiadas. Sin embargo, la realidad en la época actual es otra.
La planificación energética no es la adecuada, tenemos hoy un 107 % más de oferta de potencia que de demanda. La capacidad instalada es más del doble de la demanda y la inversión costosa y excesiva presiona las tarifas eléctricas al alza.
Derecho eliminado. En el mercado regional centroamericano, acuerdo del que Costa Rica es parte, existen actores, como grandes consumidores, que pueden negociar con los generadores o distribuidores para obtener tarifas más competitivas, pero en Costa Rica se eliminó ese derecho y no se desarrolló un mercado mayorista local. Solamente el ICE puede operar en el mercado eléctrico regional, lo cual deja las manos amarradas a industriales costarricenses para comprar a un generador local o centroamericano y a generadores privados de vender en Centroamérica.
El ICE y el Minae tienen responsabilidad en el planeamiento y la aprobación de cada licitación que permitió las inversiones de los generadores privados, y como se han opuesto a la apertura a un mercado de generación para escoger los mejores proyectos, han tenido que garantizar la compra a los generadores privados para hacer rentables las inversiones. Afirma el ministro que si le compran a los privados hay que subir las tarifas, pero ¿quién dio el visto bueno para autorizar esas inversiones? ¿Acaso no suben las tarifas también cuando las inversiones son públicas?
Según el Plan de Expansión de la Generación, el ICE reporta costos en proyectos recientes o planeados de 14 centavos de dólar el kWh, entre los cuales hay proyectos con costos hasta de 30 centavos el kWh, mientras a los privados se les paga entre 7 y 8 centavos de dólar el kWh.
En cuanto al financiamiento a través de fideicomisos de proyectos hidroeléctricos, lo que se ha hecho, en detrimento del consumidor, es no registrar contablemente de forma correcta esos fideicomisos como financieros, tratándolos como operativos y cargando a las tarifas el pago de una planta que tiene vida útil de 50 años, en 10 o 12 años.
Omite el ministro el sobrecosto de más de $1.600 millones en seis proyectos recientes. El sentido común nos señala que de seguir a ese ritmo ni el sector productivo ni los costarricenses podrán seguir pagando las altas tarifas.
Recordemos dos artículos de nuestra Constitución Política: el 50 y el 56. Si el ministro de Ambiente los lee, notará que con tarifas insosteniblemente altas no se cumple ni con el bienestar ni con el derecho al trabajo, como dice la ley.
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La disrupción de la tecnología obliga a replantear los modelos de negocios. El modelo de generación hidroeléctrica cara no tendrá vigencia en el futuro y les corresponderá a las nuevas autoridades de gobierno, con el apoyo del sector privado, tomar las mejores decisiones ante la disrupción energética.
El mayor reto es que el nuevo gobierno comprenda que el Grupo ICE y Costa Rica no pueden seguir produciendo energía cara y la energía solar es el futuro, pero no en el año 2033, como lo establece el Plan Nacional de Expansión de Energía: el futuro es mañana.
El autor es presidente de la Cámara de Industrias de Costa Rica.