Como parte de la ofensiva del Gobierno sandinista para cerrar filas en sus pretensiones contra Costa Rica, ha sido notable que hayan llevado a Managua al embajador Carlos Argüello, el agente de Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Esta vez, como en anteriores, el señor Argüello ha llegado a su país para complacer a medios locales y a políticos, al proferir todo tipo de agravios y dar pie a quimeras en torno a Costa Rica. Por ello merece examinarse algo de lo mucho que ha dicho.
Hay que reconocerle su intrepidez al desautorizar públicamente al propio comandante Daniel Ortega, el presidente de Nicaragua, que, como se recordará, el pasado 31 de julio dijo: “Pero hemos escuchado también protestas de parte del Gobierno de Costa Rica, que alega que estamos haciendo concesiones en territorios marítimos que no nos corresponde asignar. Y es que están perdiendo de vista ellos mismos que Nicaragua lo que está haciendo es acatando el fallo de la Corte en lo que claramente delimitó la Corte, porque fue delimitado por la Corte toda esa frontera marítima”.
El señor Argüello, que sabe que la Corte Internacional de Justicia no hizo ninguna delimitación marítima entre Nicaragua y Costa Rica, salió al paso de lo dicho por Ortega y dijo que no había límites entre Costa Rica y Nicaragua. “Con Costa Rica hay que hacer una delimitación porque no existe”, dijo al Canal 15 de Nicaragua.
En la misma entrevista sugirió a Costa Rica hacer una delimitación en el Caribe y no estar en disputas por “relativamente tonterías”. Supongo que las tonterías se refieren a nuestra objeción a la promoción que hace Nicaragua de bloques petroleros en aguas costarricenses. Por lo pronto, nos alegra que, por fin, un alto funcionario nicaragüense contradiga a su propio presidente y reconozca que es necesario que Costa Rica y Nicaragua negocien sus límites marítimos.
Delimitación marítima. Concordamos con el embajador respecto a que es necesario hacer una delimitación marítima, tal y como la volvió a proponer en marzo pasado el canciller Castillo. Por ello reiteramos a Nicaragua, a través del embajador Argüello, nuestro llamado para que nos dé fecha y hora de la próxima reunión de límites marítimos, y que, como fiel cumplidor del derecho internacional que dice ser, acepte públicamente que, mientras se desarrollan las negociaciones, un órgano especializado de las Naciones Unidas, o nombrado por esta, haga una fijación temporal, con total imparcialidad, de los límites marítimos tanto en el mar Caribe como en el océano Pacífico, para que constituya un arreglo provisional de carácter práctico, como lo dispone el inciso 3), del artículo 74 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
Con ello se dará pie a un espacio de negociación, basado en la buena fe y regido por los principios del derecho internacional, como lo han propuesto reiteradamente tanto nuestro canciller como nuestra presidenta. Esperamos la reacción favorable del embajador, ya que, por otro lado, es inaceptable que los límites –temporales o permanentes– los imponga la Fuerza Naval nicaragüense, como actualmente parece pretenderse.
También dijo Argüello que era una “tontera ‘[H]aber empezado el pleito por 270 hectáreas en un humedal de un suampo que no tiene un valor económico para nadie y que no es habitable’”, como señaló al medio de su país, La Prensa , el pasado 9 de agosto. Sin duda, son lamentables pero reveladoras declaraciones.
Si para Nicaragua las 270 hectáreas invadidas no tienen ningún valor, según lo que dice Argüello, entonces ¿por qué Nicaragua las invadió, por qué rechazó la resolución de la OEA para que despejara “el suampo”, y por qué después se las disputó a Costa Rica ante la CIJ? ¿No será acaso que Argüello ahora sabe que, a pesar de la influencia que piensa tener en La Haya, ese territorio es costarricense, y por ello minimiza el incuestionable desenlace que este tema tendrá?
Pretensiones expansionistas. Argüello es una figura poderosa en Nicaragua. Como se ha visto, parece ser el único que puede desautorizar a Ortega. Pero, además, es el principal impulsor de las pretensiones expansionistas de Nicaragua. Fue él quien dijo ante la CIJ que Nicaragua no reconocía los derechos de Costa Rica en bahía Salinas, cuyas razones son aún desconocidas. Es suya también la disputa de la copropiedad nacional de la bahía de San Juan del norte, así como la presentación de mapas ante la CIJ donde Nicaragua penetraba espacios marítimos costarricenses, obligando a Costa Rica a realizar una Solicitud de Intervención en el caso Nicaragua-Colombia. Fue el señor Argüello quien tomó ocasión de la ilegítima ocupación de Nicaragua en isla Portillos, para reclamarla.
A esto se suman otras “iniciativas”, como la de exigir navegación en el río Colorado, enteramente costarricense, o la de insinuar el reclamo de nuestra provincia de Guanacaste.
No es, entonces, extraño que cualquier acción de defensa nacional sea descalificada por Argüello. La descalificación es mayor si lo que se busca es defender al país de acciones materiales impulsadas por el propio embajador. Poniendo en práctica esa actitud de menospreciar y atropellar los derechos de Costa Rica, califica de "tonterías" nuestros legítimos reclamos.
En Costa Rica pensamos que la soberanía nacional y la integridad territorial de nuestro país no son “tonterías”, sino valores supremos de la nación y que deben defenderse con firmeza.
Bien dice el propio señor Argüello que seremos vecinos para siempre y que debemos arreglar nuestras diferencias. Nos alegra que lo comprenda así porque, mientras Nicaragua siga aplicando su hostil política del mal vecino con Costa Rica, seguirá impidiendo que las relaciones se arreglen, y eso en nada ayuda a dos pueblos que merecen y ansían vivir en democracia y en paz.