Reactivación económica y bancos después del cemento chino

Ningún ejecutivo quiere tramitar ni firmar nada, todo lo entraban y dilatan apelando al miedo y a salvaguardas para evitar terminar en los tribunales o en las cárceles.

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El 4 de setiembre del año pasado, y días después, el gobierno anunció medidas para la reactivación económica centradas, esencialmente, en la simplificación de trámites, apoyo a las microempresas, empleo e inversión en infraestructura pública.

Buenos propósitos, pero nada nuevo. Gobiernos anteriores plantearon lo mismo. Se agregan ahora actividades productivas en las provincias costeras y la promoción del turismo. No digo que no deba hacerse, pero es insuficiente, como insuficiente y desequilibrado fue el plan fiscal aprobado.

Es sintomático navegar siempre sobre propuestas insuficientes. Nunca vemos la realidad como un todo. Cuando hablamos de reactivar, es porque se encuentra en niveles bajos, por ejemplo, porque no hay fuentes de empleo, porque el poder de compra está bajo, porque la demanda de bienes ha decaído, porque la producción ha decrecido.

Reactivar implica reanimar las actividades económicas, con ello, generar empleo, aumentar la producción y la inversión, renovar capital, y así generar crecimiento. El desafío de reactivar implica dinamizar el sector privado. Más allá de controlar la inflación, o estabilizar la económica, contexto mínimo requerido para esa finalidad, es imprescindible considerar otras medidas aparte de las anunciadas porque hay sectores que van a contrapelo de la intención de reactivar.

En el empresarial, el capital y los costos de producción, entre otros, son esenciales a la hora de tomar decisiones para invertir y generar negocios. Es ahí donde yo veo tres áreas muy críticas para la reactivación requerida en el país.

Sistema financiero. En el sistema financiero están traumatizados. Después del caso del cemento chino, los bancos han caído en una psicosis interna, especialmente, los estatales. Ningún ejecutivo quiere tramitar ni firmar nada, todo lo entraban y dilatan apelando al miedo y a salvaguardas para evitar terminar en los tribunales o en las cárceles.

Ni los gerentes, ni los supervisores, ni los directores, ni los funcionarios desean responsabilizarse de nada. La consecuencia es un calvario para obtener un préstamo. Documentos van y documentos vienen, trámites y certificaciones al por mayor, y gastos de todo tipo para los solicitantes, exigencias de información ilógicas y estúpidas, con una Sugef, además, inexistente para ayudar a los solicitantes, solo sirve para resguardar los intereses de los bancos.

Los bancos están saturados de trabas para quienes desean producir. Luego del caso del cemento chino, de nada sirve “conozca a su cliente”, pues a todos los tratan como sospechosos. Pagan justos por pecadores.

La excepción se convirtió en regla, muy propio de un país donde, lamentablemente, ser honesto es un mal negocio. Además, los bancos han reducido las colocaciones y metas de crédito porque han sido, literalmente, compelidos por el gobierno a comprar bonos para atender el problema fiscal.

Sin crédito. Para proyectos productivos, prácticamente, no hay crédito, y cuando hay recursos, existen miles de obstáculos. Para consumo y tarjetas sí hay dinero a tasas de interés confiscatorias. En esa realidad, el sector privado no puede contribuir a la reactivación. La banca camina en sintonía diferente a la necesaria en el país, incluida la mal llamada Banca para el Desarrollo. El otro elemento contra la reactivación son los altos costos de los servicios de electricidad y energía, en constante aumento. Ya hubo uno en enero y otros hacen fila. La energía importada derivada del petróleo –dos terceras partes del consumo del país– es más cara que en otras naciones y, a su vez, la energía producida aquí, la eléctrica, es todavía más onerosa que los derivados importados.

El tercer elemento son las altas tasas impositivas que deben pagar las empresas. El panorama se oscurece más cuando el Fondo Monetario Internacional, recientemente, instó a más impuestos. El funcionario de la India, representante del Fondo, es un burócrata de escritorio. No conoce la realidad de las empresas nacionales.

La disfuncionalidad del sistema financiero, los costos de energía y las altas cargas tributarias son elementos en la dirección contraria a la necesaria reactivación. Los elementos del estancamiento son muy fuertes para que la reactivación sea algo más que un buen discurso. Hay, sin lugar a dudas, contradicciones por resolver. Al menos eso es lo que creo. Juzgue usted.

wcotomolina@gmail.com

El autor es empresario.