Saqueo, hurto, despojo, expoliación, robo: son las acepciones que, para el término rapiña, define el diccionario de la lengua. La historia –ancho mar– de Inglaterra parte de tales premisas. Naves piratas, negocio, territorio y negritud. Isabel I, la reina virgen, que gobernó 44 años y 127 días, tuvo, en el corsario Francis Drake, su agente/escudo de aventuras marrulleras, más allá de las islas británicas.
El crudo temporal que desarboló a la Armada Invencible, frente a los blancos acantilados de Dover, generó doble ambición en la Corte de su majestad. Había que aprovechar, rematar, la debacle española para depredar los restos del naufragio, que se reconstruían en costas atlánticas gallegas.
El 4 de mayo de 1589, las desvergonzadas naves inglesas, al mando de Francis Drake, empujadas por el odio de su reina para con los españoles, cercaron el puerto de La Coruña, hoy A Coruña. Diezmados los defensores varones, una viuda: María Mayor Fernández de la Cámara y Pita, conocida, históricamente, como María Pita, tomó las armas y el mando: Quien tenga honra que me siga. Los doce mil efectivos ingleses huyeron, ante el coraje de intrépidas damas.
La misión pirata siguió a pesar de ser nuevamente derrotado el caballero Drake en su empeño de dominar la desembocadura del Tajo, en Lisboa.
Propiedad por naturaleza. Las Malvinas, en la plataforma continental americana, no necesitan prueba de autenticidad argentina. Lo son por naturaleza y por el permanente reclamo de Buenos Aires que los poderes supremos del mundo enmarañan y eluden enfrentar.
A la piratería y rapiña, altos estrados le confieren categoría de producto originario.
Tenemos, por analogía, un ejemplo próximo. Belice es Guatemala. Origen maya. El entonces presidente chapín, general Miguel Idígoras Fuentes, se preparó para rescatar el trozo de tierra aborigen usurpado por Inglaterra.
Intereses bastardos detuvieron su legítima acción, tachándolo de loco. Estaba más cuerdo que la estatua neoyorquina de la Libertad. Un patriota en sus cabales.
Apenas 400.000 habitantes, idioma oficial inglés, monarquía constitucional (¿?). La jefa de Estado, de iure, es la reina Isabel II. Y la capital del “independiente” país de 22.966 kilómetros cuadrados, se ha convertido en paraíso fiscal.
Al igual que todos los, hoy, pequeños espacios, dependientes de Londres, retornan a sus raíces corsarias: pillaje.
Mercosur, eco de la espléndida Suramérica, aliado con Argentina, en la causa de la reconquista de las Malvinas. No cabe mejor argumento que la solidaridad continental en la cruzada por los soberanos derechos de la nación del Plata.
Miguel Ángel Asturias tradujo del Popol-Vuh la imagen que cabe aplicar en los dos casos: Malvinas y Belice. “Entonces vino la Palabra; vino aquí de los Dominadores, de los Poderosos del Cielo, en las tinieblas, en la noche; fue dicha por los Dominadores, los Poderosos del Cielo; hablaron, entonces celebraron consejo, entonces pensaron, se comprendieron, unieron sus palabras, sus sabidurías”.
Los apellidos identifican las pasiones. Y posiciones. William Shakespeare defiende a Las Malvinas británicas. Y Miguel de Cervantes reafirma su credo: Las Malvinas son argentinas.
Y en este honorable desacuerdo, ni siquiera queda recordatorio del Tratado de Utrecht y Gibraltar español. Tampoco pedimos el arbitraje de... Messi. Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.