Paralización inexplicable

¿Por qué dejar para un futuro incierto la construcción del aeropuerto en Orotina si es posible hacer la obra mediante una alianza público-privada?

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“Bienvenidos a Orotina. Si son tan amables, permanezcan sentados con sus cinturones debidamente abrochados mientras la aeronave se encuentre en movimiento”. Faltarán más años de lo esperado para que los pasajeros escuchen este anuncio y utilicen las instalaciones del aeropuerto en Orotina. La razón es simple: el gobierno decidió paralizar el proyecto porque deben hacerse más estudios de viabilidad.

Para ningún costarricense resulta una sorpresa que, una vez más, se retrase una obra por décadas. Lo que sí sorprende es que el gobierno ignore las recomendaciones de los más altos organismos internacionales en aviación. Tanto la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) como la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) señalan cómo la mediocre y limitada infraestructura aeroportuaria de América Latina afecta directamente el desarrollo de las naciones.

En respuesta a esta afirmación y al crecimiento de un 7 % anual del tráfico aéreo latinoamericano, El Salvador, Panamá, Perú y Chile están ampliando sus aeropuertos capitalinos. Ciudad de México y Bogotá planean la construcción de nuevos aeródromos para reemplazar o complementar las operaciones aeronáuticas. En Costa Rica, prefieren “analizar la situación un poco más”.

Empleo. Precisamente, cuando las naciones presentan un gran nivel de desempleo y dificultades financieras, un empuje económico en infraestructura ayuda a disparar el crecimiento de los países. Solo ese proyecto aeroportuario con sus obras adicionales (carreteras, hoteles y comercios) multiplicarían los empleos en la zona.

Mott MacDonald —empresa encargada de elaborar el plan maestro del aeropuerto de Orotina— concluyó que la obra es viable financieramente, pues sería posible desarrollarla mediante una alianza público-privada que involucra entre un 70 % y hasta un 100 % de recursos que no provendrán del Estado costarricense. De igual manera, la mayoría de los ingresos aeroportuarios son obtenidos de los alquileres pagados por los negocios en la terminal, es decir, montos por los cuales el país no debe preocuparse.

En un escenario optimista, la inauguración del aeropuerto de Orotina estaba prevista para el 2027, un año después de finalizar el contrato de concesión del aeropuerto Juan Santamaría. Fue proyectado para atender el creciente número de pasajeros que nos visitan y para recibir con más comodidad y eficiencia un número mayor de aeronaves. Solo en este año cuatro nuevas aerolíneas nacionales de vuelos domésticos han comenzado a operar. ¿Tendrá espacio el Juan Santamaría para darles la oportunidad a esas empresas de incrementar sus flotas?

Si bien es verdad los aeropuertos Juan Santamaría y Daniel Oduber han sido ampliados y continúan en procesos de expansión, el mérito no lo tiene esta administración ni la pasada. Responde a los contratos de gestión y planes maestros en los cuales el gestor debe invertir continuamente en infraestructura.

Opciones. Existen varias opciones para remediar la irresponsable decisión de paralizar el proyecto. La más lógica sería retractarse del error y continuar los procesos de expropiación de donde estará ubicado el nuevo aeropuerto y efectuar los estudios de impacto ambiental; asuntos imprescindibles para licitar la obra.

Otra opción sería invertir fuertemente en las dos principales terminales aéreas locales en ampliación de pistas, construcción de espacios de estacionamiento para unas seis u ocho aeronaves pequeñas y construir una terminal con facilidades para los pasajeros. Igualmente, debe acelerarse la construcción de un nuevo aeropuerto en Limón.

Queda la duda de si el Gobierno también abandonará la idea de ampliar la ruta 27 y construir un tren rápido que comunique la Gran Área Metropolitana con Orotina, obras vitales para el funcionamiento del futuro aeropuerto.

El autor es piloto.