El estreno de una obra de Arthur Miller es siempre un motivo de satisfacción y de disfrute de todos los aficionados al buen teatro. Lástima que esto no suceda muy a menudo debido, en gran parte, a que no se trata de dramas, y mucho menos de comedias, sino de tragedias, verdaderas herencias de los clásicos griegos, como lo son también algunas obras de Eugene O'Neill.
Miller nació en el barrio Harlem de Nueva York y estudió en la Universidad de Míchigan, estudios que financió con toda clase de trabajos, casi todos manuales. Su primer éxito fue el drama Todos mis hijos, estrenada en 1947, que duró un año en cartelera y le permitió al autor ganar un premio como el mejor dramaturgo de esa temporada.
Pero fue Muerte de un viajante, cuyo primer acto lo escribió en un solo día, que tuvo su mayor éxito, ya que ganó con esta obra el premio Pulitzer y todos los demás premios que existen para una obra de teatro. En la actualidad, es el drama que más se representa en todo el mundo.
En el año 1956, Miller se divorció de su primera esposa, Mary Slattery, y menos de un mes después se casó con Marilyn Monroe. El escritor Norman Mailer llamó a esta boda la unión del gran cerebro americano con el gran cuerpo también americano; este matrimonio, como es lógico, terminó en un divorcio.
Vino después la persecución a artistas y escritores del diputado McCarthy, presidente en el Congreso de la Comisión de Actividades Antiamericanas, que primero convocó a Elia Kazan, que había dirigido la mayor parte de las obras de Miller y quien, temeroso de las consecuencias, dio los nombres de todos los actores y escritores que consideraba comunistas.
Cuando Miller fue convocado se negó a dar ningún nombre, por lo cual fue condenado a varias penas y castigos e incluso se le quitó su pasaporte, lo cual impidió que pudiera asistir al estreno en Londres de su obra Las brujas de Salem. Esto produjo el rompimiento de su amistad con Elia Kazan, con quien no volvió a hablar durante 10 años.
Buenas producciones. En Costa Rica hemos podido disfrutar de La muerte de un viajante en dos ocasiones; la primera, dirigida por Juver Salcedo, quien además tuvo el papel protagónico, y la segunda vez bajo la dirección de Eugenia Chaverri.
La Compañía Nacional de Teatro presentó Todos mis hijos bajo la dirección de Fabián Salas, con gran éxito tanto de taquilla como de crítica. También se presentó Las brujas de Salem, muy bien dirigida por Daniel Gallegos y con una actuación inolvidable en el papel protagónico de Pepe Vásquez, que hizo a Beto Cañas decir que había que pasar una ley para que este magnífico actor no pudiera jamás abandonar el país.
También se presentaron en nuestro país, y de eso me considero culpable, dos obras cortas de Miller: No puedo recordar nada y Clara, las que había visto en Nueva York y traje el texto con las que entusiasmé a Marcelo Gaete y a Sara Astica, que la presentaron en el Teatro de la Comedia con buenos resultados de taquilla y de crítica.
La noche que asistí a la función de Panorama desde el puente sentados a mi lado estaban mi hija Mariel y su esposo, Ronald, quienes acababan de regresar de un viaje a Nueva York, adonde asistieron a una presentación de esta obra, y los dos consideran que ese montaje, con todas las posibilidades económicas y técnicas de esa ciudad, es en actuaciones, en escenografía, en dirección, en fin en todos los aspectos, inferior a la que se está presentando en el Teatro Alberto Cañas Escalante. Este es el mejor elogio que pueda recibir este montaje.
El autor es periodista.