Muy temprano y de manera deliberadamente oportunista, Otto Guevara anuncia que quizá sea hora de adoptar en Costa Rica la “sinceridad y franqueza” de Donald Trump a fin de decirles a los costarricenses lo que deben oír aunque no sea políticamente correcto. Señala que esa actitud de Trump fue la que le dio la victoria.
Otto se equivoca en, al menos, dos áreas de su análisis. Lo de Trump no fue sinceridad ni franqueza ni incorrección política: fue patanería, vulgaridad y grosería pura y dura.
Llamar “cerdas” a las mujeres, blasonar de los abusos sexuales a las que las somete, calificar como “asesinos y violadores” a los inmigrantes, lanzar la sospecha de terrorismo sobre todo musulmán, negar la amenaza del cambio climático, considerar al autócrata de Putin mejor presidente que a Obama, amenazar con construir muros comerciales y romper acuerdos políticos y militares con las democracias europeas no es sinceridad, franqueza o simple incorrección.
Es la decisión deliberada de convertir la xenofobia, la misoginia, el machismo, el proteccionismo, el aislacionismo y la ignorancia –hasta de los asuntos más básicos– en los nuevos y presuntos valores de una política cercana al fascismo.
Sistema antidemocrático. El otro error de Otto consiste en afirmar que fue gracias a ese tipo de política que Trump ganó. En realidad Trump perdió las elecciones: según el conteo final, Hilary Clinton ganó las elecciones del 2016 por más de un millón doscientos mil votos populares sobre el candidato republicano.
Más aún, Trump en estas elecciones recibió 300.000 votos menos que McCain en el 2008 y menos de 1.200.000 votos que Romney en el 2012.
La razón de que, a pesar de su derrota en el voto popular, Trump logró una mayoría en el Colegio Electoral fue merced al antidemocrático método de elección indirecta vigente en Estados Unidos y al principio de que quien gana en cada circunscripción –así sea por un voto– se lleva todos los delegados del estado respectivo.
Ese modelo de elección indirecta –antidemocrático por definición– y ese principio de que quien gana se lleva todo –contrario al principio de proporcionalidad– fueron los que le dieron la mayoría a Trump en el Colegio Electoral, no así en el voto popular, que en democracias más avanzadas como la nuestra es el que cuenta.
Otto debería revisar su calificación de las formas de Trump y de los resultados obtenidos por Trump merced a esas formas, no sea que le vaya a pasar lo mismo a él en Costa Rica en donde, dichosamente, tenemos elección directa del presidente.
El autor es abogado.