Ahora le encuentran el dudoso mérito de haber agrupado varios cines, de haber recibido a Charlie García y haber sido el refugio de una juventud descuidada. En su momento, fue la mejor oferta de distracción, porque había muy poco donde escoger, y la novedad, para los que no conocían Miami, era que se parecía a Miami.
Lo que más duele, de este emprendimiento de 1995, es que el espacio que ocupa en la ciudad debió haber sido analizado con una mejor visión urbana, para no sufrir el actual impacto que produce su inadecuado diseño.
La rotonda de la Hispanidad y su ya famosa fuente es sitio por donde circula diariamente una enorme cantidad de transeúntes a quienes toca pensar en lo bien que se hubiera visto un edificio de destacados valores arquitectónicos y urbanísticos.
Firma incierta. En cambio, debemos enfrentar un monocromático volumen con un intrascendente diseño, muy similar al cercano Outlet Mall, de la misma desarrolladora, y que peca de idénticas carencias.
En una oportunidad pregunté quién era el responsable de esas obras y me dijeron, en la desarrolladora, que el diseño era el producto de un grupo interdisciplinario de profesionales. Nadie pudo mencionar al arquitecto que lo diseñó.
La Revista Dominical, con foto de portada, nos muestra, sin pudor, al edificio del Mall San Pedro que se abalanza amenazante sobre la calle. La fachada es rematada por grandes carteles publicitarios, claro ejemplo de la contaminación visual que sufre San José. Para peor, se anuncia que pronto se instalará una pantalla gigante que logrará intensificar el caos urbano en la zona.
Una ocurrencia de hace veinte años, que dicen que se desarrolló sin los permisos institucionales, nos robó la posibilidad, en ese espacio privilegiado, de disfrutar para siempre de un edificio de sana arquitectura.
El autor es arquitecto.