“¡Es que no hay trabajo!”, “¡Es que no hay oportunidades!”. Son algunas de las expresiones que se escucha en la calle, cada vez con mayor frecuencia, y que me hacen enojar… ¿La razón? Vivencias propias y muy recientes desde mi punto de vista como empleador.
Soy gerente de Operaciones para una transnacional, y hace aproximadamente seis meses tuve que comenzar a buscar personal, especialmente con dominio del portugués. Esto por cuanto aumentó la demanda de trabajo que recibimos de Sudamérica.
La gran mayoría de aspirantes a los puestos tenía entre 18 y 25 años, y dos pensamientos me vinieron a la mente: que nos íbamos a armar de una fuerza laboral fresca, enérgica y con ganas de construir una carrera en una gran empresa; o que estos empleados podrían ser un tanto volátiles debido a su juventud, inexperiencia y, hasta cierto punto, estarían confundidos vocacional y personalmente. Tristemente, fue lo segundo.
De manera irónica, la gran oferta de empleos que tenemos hoy día en el país fue, en parte, lo que nos jugó esta mala pasada ya que hoy es mucho más común ver a las empresas buscando talento que fale português .
Problema generacional. Una empresa conocida y estable, un buen ambiente laboral, una Asociación Solidarista sumamente sólida y múltiples oportunidades reales de crecimiento laboral, tanto horizontal como vertical, parecen, a veces, no ser razones suficientes para una gran parte de esa población de la Generación Y, quienes en gran parte ven la relación profesional como algo “sin mucha importancia” o como que “no es para tanto”.
Aún recuerdo como si fuera ayer desde mi primer trabajo, el impresionante respeto que uno sentía hacia un empleador, su jefe y hacia el trabajo en sí: ¡no era “jugando”! Uno no se andaba con tonteras que pudieran poner en riesgo el trabajo, ni la propia reputación profesional/laboral de uno.
No logro entender con certeza qué es lo que los muchachos jóvenes piensan que es relevante con respecto a su historial laboral. ¿No entienden que observar seis trabajos distintos en cuestión de dos años en el currículo de una persona se ve muy mal? ¿No entienden que vivimos en un país sumamente pequeño, donde las referencias de una persona van y vienen tal fácilmente como un mensaje de WhatsApp o un inbox de Facebook?
Viví la amarga experiencia de recibir cinco renuncias en cuestión de 1 mes: cada una por razones diferentes, pero compartían un común denominador: miedo al trabajo y al esfuerzo.
Partamos del hecho de que el salario para las posiciones a las que hago alusión, y las cuales no demandan mayores calificaciones que el dominio del idioma requerido (inglés y/o portugués), oscila entre los ¢504.000 y ¢560.000 (al tipo de cambio de ¢560 por cada dólar). Es decir, alrededor de un 76% más que un salario mínimo mensual establecido para la categoría de trabajador especializado según el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
¿Que la situación económica a nivel mundial es dura? Sí. Pero por esa misma razón es que tanto los colegios, las universidades, padres de familia y empresas, debemos ir cambiando ese chip que, hasta hace algunos años, era el que se le venía programando a los muchachos. Si no que lo digan recientes noticias, como por ejemplo: “Exportación de servicios crece veloz, la de bienes se estanca” ( La Nación , sábado 10 de mayo de 2014) o “56 empresas manejan desde Costa Rica amplia red de servicios locales” ( La Nación , jueves 22 de mayo de 2014).
Un 20% de crecimiento promedio anual de las compañías de servicios, que pasaron de ser 6 empresas en el 2000 (mayoritariamente Call Centers), a más de 140 en 2013 y que se convirtieron en servicios financieros, desarrollo de software , ingeniería entre muchos otros, nos está enviando un mensaje bastante claro: debemos ir evolucionando al igual que lo han hecho las empresas a través de los años.
Dejemos de culpar al Gobierno, a las empresas, al ambiente macro- y microeconómico. Por el contrario, preparémonos y estemos listos para el cambio, para adaptarnos a nuevas cosas. No es que no haya trabajo; lo que pasa es que muchos andan y siguen buscando ese trabajo soñado, ese del mínimo esfuerzo, con un buen salario y buenas garantías. No es la vida real.